Sección: Pensamiento político: Debates contemporáneos
A propósito del concepto de soberanía en Alain Touraine
Francisco Olea
Preámbulo
Los campos de producción simbólicos y su lógica de funcionamiento a través de las ciencias sociales apelan a cierta autonomía recíproca, sin embargo, los conflictos epistemológicos son siempre, inseparablemente, conflictos políticos.
Un concepto clave para adentrarnos en la noción de soberanía popular como elemento constitutivo de las relaciones sociales y como factor de limitación del poder en Alain Touraine, es la relacionada con las nociones de Modernidad, La Democracia, y la Individuación de los Sujetos y Actores. Estas nociones proliferan el infinito, se potencian, insisten sobre su esencia, algo así como una escalada a los extremos. Todas nuestras imágenes y visión del espacio señalan que este ya no es evidente en su desarrollo normal, desde que se ha relajado, ampliado en la determinación flotante de la realidad, de lo social y de lo cultural.
Así las grandes formas legendarias y míticas nos obsesionan (como al autor), los relatos y encuentros con la libertad, la igualdad y fraternidad permean los grandes sistemas sociales, intersección y eje de actualidad en un tiempo vacío y homogéneo… a pesar de lo anterior los discursos a la fecha no garantizan nada.
Sin embargo, seguimos en un universo fusionable, bancos de hielo erráticos, derivas horizontales. La energía simbólica de ruptura, nos esfuerza en realidad, en captar ese proyecto delirante: la libertad de los sujetos. Este es el efecto mental de la catástrofe: detener las cosas antes que concluyan, y mantenerlas así en el suspenso de su aparición.
Un mundo fragmentado
El proceso de modernidad tardía conlleva dos consecuencias inquietantes para el individuo y sus formas de representación institucional.
Alienta un clima general de inseguridad que resulta inquietante para el individuo, y expone inevitablemente a todos a una diversidad de situaciones de crisis de mayor menor importancia que podrán afectar a veces al núcleo mismo de la identidad del yo.
Estos aspectos son importantes en la mirada del autor. Básicamente, porque la experiencia mercantilizada frente a la experiencia personalizada requiere de la unificación frente a la fragmentación del mundo, una suerte de colonización del futuro a través de la identidad y de la historia.
La reorganización del tiempo y espacio además de mecanismos de desenclave, radicalizan y universalizan los rasgos institucionales preestablecidos de la modernidad (1). Se trata entonces de muchos sentidos en un mundo único, con un marco de experiencias unitarias, pero a la vez, un mundo que crea formas nuevas de fragmentación y dispersión.
Las conexiones e implicancias es el propio efecto collage de la realidad, entonces algunas zonas que deben ser claves para la construcción de un ciclo que permita entender la modernidad como un ciclo abierto y no cerrado (Foucault versus Touraine).
Por otra parte, la economía de mercado, la democracia política y la secularización son tres caras de un mismo proceso general de modernización. Estas nociones significan que para muchas personas el contacto con los acontecimientos y situaciones se vinculan a la vida individual y a cuestiones más amplias que la moral y la finitud (contornos de la modernidad).
En este escenario y en las postrimerías del siglo XX y albores del siglo XXI, Alain Touraine define la democracia como una idea nueva. Para el autor, la noción de Norberto Bobbio es el trazo más cercano a la institucionalización de la participación de los ciudadanos.
Lo anterior está basado en tres principios:
Primero, como un conjunto de reglas (primarias y fundamentales) que establecen quién está autorizado a tomar decisiones y mediante qué procedimientos (Il Futuro de la Democrazia, pág. 5).
Segundo, plantea que un régimen es tanto o más democrático cuanto una mayor cantidad de personas participa directa o indirectamente en la toma de decisiones.
Por último, subraya que las elecciones deben ser reales.
Un aspecto fundamental a resolver está asociado a lo que está detrás de las reglas de procedimientos – que son necesarias – e incluso indispensables para la existencia de La Democracia. La interrogante de cómo se forma, se expresa y se aplica una voluntad que representa los intereses de la mayoría, y al mismo tiempo que la conciencia de todo ser ciudadano, responsable del orden social. Así, el orden post tradicional necesita de opciones, de una pluralidad entre alternativas, por ende, la interrogante acerca del contenido social y cultural de la Democracia.
Limitación del poder… horizontes
Lo que limita el poder no es sólo un conjunto de reglas y procedimientos sino la voluntad positiva de incrementar y ampliar en profundidad y extensión la libertad de los sujetos. Así entonces, la libertad es la subordinación de la organización social y del poder político en particular, a un objetivo que no es social sino moral: la liberación de cada uno.
El espíritu democrático, según Alain Touraine, puede responder a las exigencias que en un primer momento pueden aparecer contradictorias: la limitación del poder y responder a las demandas de la mayoría.
La primera dice relación con la libertad del sujeto. Esto es la construcción del individuo (o del grupo) como actor, por la acción de su libertad afirmada y su experiencia vivida, asumida y (re) interpretada. El sujeto es el esfuerzo de transformación de una situación vivida en acción libre: introduce libertad en lo que en principio se manifestaba como unos determinantes sociales y una herencia cultural.
Sin lugar a dudas, el régimen político es la forma de vida política que da mayor libertad al mayor número de personas, a la vez protege y reconoce la mayor diversidad posible. La democracia no existe al margen del reconocimiento de la diversidad de las creencias, los orígenes, las opiniones y los proyectos de vida.
El espíritu democrático se basa en la conciencia de la unidad en la diversidad. Por ende, la democracia no reduce al ser humano a ser únicamente un ciudadano. El autor lo reconoce además como un individuo libre, pero que a la vez pertenece a las colectividades económicas o culturales.
Un aspecto importante en la definición de Touraine, se relaciona con las dos caras del sujeto, que es la libertad personal, pero que a su vez es su pertenencia a una sociedad y una cultura que es un proyecto pero también memoria (historia).
En síntesis, la Democracia se define de la mejor manera mediante la voluntad de combinar el pensamiento racional, la libertad personal y la identidad cultural.
La modernidad como producción del sujeto… elementos constitutivos
El eje de la Democracia es la idea de Soberanía Popular, afirmación que señala que el orden político es producido por la acción humana. Para entender y adentrarnos en la acción humana debemos considerar tres términos claves: individuo, sujeto, actor.
Los tres términos, individuo, sujeto y actor deben definirse en relación los unos a los otros. El sujeto es el llamamiento a la transformación del sí mismo en actor. La subjetivación es la penetración del sujeto en individuo y por consiguiente la transformación parcial del individuo en sujeto. Así el sujeto es la voluntad de un individuo de obrar y de ser reconocido como actor.
El Sujeto no significa reflexión sobre sí mismo ni sobre la experiencia vivida, es por el contrario, la constitución de la vida social y personal por obras de centros de poder que crean consumidores, electores y públicos, al menos en la medida que ofrecen respuestas a demandas sociales y culturales. El individuo llega a ser sujeto, al separarse de sí mismo, oponiéndose a la lógica de dominación en nombre de la lógica de la libertad, lógica de la libre producción de uno mismo. Entonces rechazamos una imagen artificial de la vida social vista como máquina u organismo, es una crítica no en nombre de principios trascendentes (Dios, la razón o la historia), sino en nombre de la libre producción de uno mismo que conduce a afirmar el sujeto y sus derechos en un mundo donde el hombre ha sido transformado en objeto. (Crítica de la Modernidad”).
El objetivo entones es permitir que los individuos, los grupos y las colectividades se conviertan en sujetos libres, productores de su historia, capaces de unir en la acción el universalismo de la razón y la particularidad de una identidad personal y colectiva.
La democracia de los modernos no es ni de participación ni de representación y ni siquiera de comunicación(2); se basa ante todo en la libertad creadora del sujeto, en su propia capacidad de ser un actor social y de modificar su medio ambiente para desbrozar un territorio donde se experimenta como creador libre.
Lo que mide el carácter democrático de una sociedad no es la forma de consenso o participación que alcanza; es la calidad de las diferencias que reconoce, que maneja, la intensidad y la profundidad del diálogo entre experiencias personales y culturales diferentes entre sí y que son otras tantas respuestas, todas particulares y limitadas a los mismos interrogantes generales (el inmigrante como figura emblemática de la sociedad moderna?.Las imágenes de la historia reciente no llevan a percepciones críticas y esperanzas radicales, por ende, una cierta inclinación por el ensayo, lleno de impulsos contradictorios, quizás una incertidumbre básica, algo así como una realidad sub-política logre entender el verdadero sentido de la libertad de los sujetos. Es preciso introducir y poner en marcha un dispositivo de discusión colectiva orientado hacia la invención de nuevas estructuras organizacionales capaces de favorecer esa integración en la diferenciación.
Las ráfagas y escenas primarias nos muestran que las instituciones democráticas serán cada vez más débiles, y la representación cada vez más directa. De la Democracia política a la Democracia cultural, las prácticas cotidianas están cada vez más directamente ligadas al debate y decisión política. Así la construcción de un multiculturalismo bien temperado, participará activamente en la recomposición del mundo que se fragmenta entre un mercado globalizado y unas identidades cerradas sobre sí mismas… ¿despiadada destrucción?
Notas
1. ”El significado de la globalización es que algunas tecnologías, algunos instrumentos, algunos mensajes, están presentes en todas partes, es decir, no están en ninguna, no se vinculan a ninguna sociedad ni a ninguna cultura en particular, como lo muestran las imágenes siempre atractivas para el público…” (Podemos vivir juntos: el Hombre en la Aldea Global. Alain Touraine)
2. La comunicación no es mero reconocimiento de otro, de su cultura, de sus valores morales o de su experiencia estética; es el diálogo con aquel o aquello que se organiza de manera distinta a la mía, la combinación de los elementos cuya interdependencia define la condición y la acción humana.