Sección: La Transición en Chile: Su devenir y sus temáticas

Jorge Pavez: yo postulo una política inteligente

Entrevista a Jorge Pavez

AVANCES Nº 36
Marzo 2000

Tú has insistido en el concepto de propuestas asistémicas, qué sentido le das a asistémico, quiere decir antisistémico, contrasistémico. Cuál es el contenido de la idea, es antisistema capitalista, es anti la forma específica del capitalismo chileno o más particularmente se refiere a los programas y gestión de los gobiernos de la Concertación

- Yo diría que más bien apunta a la forma específica como se ha desarrollado en Chile el modelo neoliberal y el modo como lo ha administrado en sus programas y gestión la actual coalición de gobierno. La Concertación ha planteado al país un modelo de desarrollo sobre bases que quedaron establecidas en la dictadura que significaron romper brutalmente con un modelo de desarrollo que, por años, distintos gobiernos democráticos fueron impulsando en el país.

Pinochet deja el modelo absolutamente amarrado, hay una realidad institucional-jurídica que es sin duda no democrática, pero los gobiernos de la Concertación no hacen sino administrar este modelo de desarrollo que, a mi juicio, está mostrando sus falencias concretas en el proceso de crisis económica que se percibe en los últimos meses del gobierno de Frei y que anteriormente también había tenido algunas expresiones bastante precisas y objetivas en las cuales el modelo entra, de alguna manera, a evidenciar sus debilidades y carencias.

Aquí nadie puede dejar de reconocer que, a través de esta política, iniciada por Pinochet y posteriormente en líneas gruesas continuada por la Concertación, se ha provocado un crecimiento del país, fundamentalmente en materia económica. Las cifras así lo indican, el desarrollo del país ha sido sostenido en el último tiempo.

El problema es que el modelo es básicamente exportador de materias primas y, por lo tanto, tiene un norte que entraría en algún momento a terminarse: los bosques si no se renuevan sencillamente se terminan y por lo tanto la actividad maderera no va a poder desarrollarse; si se explota, como se está explotando, la riqueza marina va a ocurrir lo mismo; y por mucha generosidad que la naturaleza nos haya otorgado en la riqueza minera, ésta también tiende a agotarse.

Por otra parte, el modelo de desarrollo vigente supone como componente esencial una fuerza laboral debilitada por normativas flexibles, enormemente abusivas e injustas. Todo ello genera un crecimiento y desarrollo inequitativo y una sociedad con grados importantes de frustración y de crisis de sentido.

Es desde esa perspectiva que mi concepción de propuestas las caracterizo de modo genérico como asistémicas, por lo que creo indispensable no sólo hacer una revisión del actual modelo, sino más bien un giro bastante más radical del mismo. En líneas gruesas, uno advierte que evidentemente esto no está planteado por las propuestas de la Concertación e, incluso, no deja de ser importante la contradicción del programa de gobierno de Lagos cuando postula la necesidad de mayor igualdad y justicia y, por consiguiente, un cambio dentro de la continuidad, y estos objetivos de conseguir mayor igualdad y justicia no consideran suficientemente el modo cómo se obtendrán los recursos para redistribuir más equitativamente el crecimiento. En otras palabras, no existe una voluntad de abrir paso a una reforma tributaria o a poder plantear una redistribución de la riqueza que, desde el punto de vista social y económico, avance de manera real en un cambio verdadero que permita, efectivamente, avanzar hacia una sociedad más justa.

En esa línea yo creo que lo que se requiere es ver la realidad, teniendo claro que ésta está indicándonos la persistencia de un modelo de desarrollo que muestra evidencias claras de agotamiento.

Por otro lado, existe aún una camisa de fuerza institucional-jurídica que es indispensable que se supere para que este país efectivamente se democratice. Como han dicho algunos, le hace falta una pata a la mesa, que esa es la fuerza de los trabajadores organizados, la participación de la sociedad organizada, todo lo cual supone un trato equitativo entre trabajadores y empresarios y eso significa reformas laborales, significa romper efectivamente la situación que existe como consecuencia de la ley electoral binominal y que pueda provocar, de modo real, un cambio en la composición del Parlamento.

La elección, además, mostró una crisis del modelo político y de la propia fuerza gobernante. Lo claro es que ya, al menos, no se puede seguir gobernando como hasta ahora.

Todo esto, creo yo, tiene que ver un poco con el resultado de la elección presidencial, hay un gobierno que finalmente va a ser de la Concertación, hay mucha expectativa y esperanza en la gente, pero hay también un crecimiento muy importante de quienes, en sentido estricto, representan el pinochetismo, que estarán presionando fuertemente las posibilidades de avance y mayor justicia social, política y económica en el actual gobierno. La gran frustración de la población chilena que observó que después de 10 años sus expectativas no se resolvían, fueron aprovechadas hábilmente por Joaquín Lavín que recogió, por tanto, la cosecha de su carisma, de los recursos cuantiosos que se invirtieron y de un lenguaje simple que llegó a todos los sectores de un modo mucho más efectivo y creíble que la izquierda y la Concertación.

A eso me refiero al hablar de propuestas asistémicas: el plantearse un modelo de desarrollo del país diferente, en lo económico, en lo social, en lo político, en lo cultural; y, también, una visión muy crítica de lo que han sido los dos gobiernos de la Concertación.

- Está claro – y tú lo has reconocido – que una buena parte del electorado comunista, no siguió las políticas del PC y que votó por Lagos ya en la primera vuelta. ¿No crees que ese dato refleja una crisis de dirección extremadamente seria y que no ha sido asumida en su real magnitud? La decisión adoptada por el PC para la segunda vuelta no fue una demostración de esa falta de asunción?

- Yo creo que efectivamente dentro del Partido Comunista hay un proceso de discusión en marcha que, entre otros aspectos, tiene que tocar también esto. Las direcciones políticas tienen que hacerse cargo de las orientaciones que dan y en ese sentido a mí me parece particularmente complejo, grave – por decirlo de alguna manera – el hecho de que se discutiera y se señalara una orientación respecto de lo que debía hacerse en el proceso de segunda vuelta y esta orientación, que es por lo tanto la orientación de la dirección del Partido, en definitiva no fuera asumida también por el propio Partido; hay una expresión común entre los comunistas en el sentido de entender que el Partido lo conformamos todos, no sólo la dirección política, sino que todos.

Entonces cuando se plantea una orientación en una línea determinada y ésta resulta que no es asumida por un número importante de militantes comunistas ni por aquellos que están dentro de la cultura comunista que pueden quizás no ser militantes activos, pero están con los comunistas, votan por los comunistas, creen en los comunistas y, en general, defienden las posiciones comunistas, creo que se está reflejando un problema serio del cual tiene que hacerse cargo la dirección del Partido.

En esa línea, en la idea de poder enfrentar un hecho tan evidente como es, por un lado, la poca votación que tuvo la propuesta nuestra, con la cual yo trabajé lealmente y en la cual creía y creo, y, por otro lado, la decisión que se toma en relación a la segunda vuelta, obliga, a mi juicio, a la dirección del Partido a plantearse una autocrítica seria y responsable.

El momento exige una profunda reflexión y análisis desapasionado de los hechos objetivos que impulsaron a millones de chilenos a votar como lo hicieron en las pasadas elecciones.

La política del Partido Comunista, en líneas generales, se expresa en lo que concluye el último Congreso, línea política que comparto, y que, en síntesis, plantea que en Chile no existe democracia y, por lo tanto, para avanzar efectivamente a un cambio se requiere concretar lo que nosotros llamamos revolución democrática.

Ahora, el problema es que esa revolución que supone, por tanto, orientaciones y definiciones políticas consecuentes, ha sido entendida de diversos modos en su aplicación concreta, desde una forma muy rígida y mecánica de intentar trasladar a algunos frentes sociales y organizaciones de masas, que trae como consecuencia, también, un comportamiento muy rígido y sin matices respecto de los gobiernos de la Concertación, hasta aquella otra que respecto del hacer del gobierno supone una aplicación en la línea de ir acumulando fuerza objetiva, de ir provocando cambios en la conciencia de los chilenos profundamente dañada durante todo este tiempo, de modo de enfrentarse con mayores posibilidades a un modelo mucho más sólido de lo que algunos piensan.

Esta forma de aplicar nuestra línea política, particularmente en el plano del magisterio, ha sido calificada por algunos compañeros como un accionar que privilegia los consensos y no asume la hegemonía supuestamente expresada en la alta votación que tiene el presidente del gremio, sin entender ni percatarse suficientemente en qué dirección avanzan estos supuestos consensos, si es en la línea de consolidar el modelo o de acumular más conciencia y fuerza para romperlo. Todo esto tiene relación directa con la forma como debieran entenderse las políticas de alianza y el modo de acumular más eficazmente fuerzas sociales antimodelo o sistema.

Entonces cuando se cree que todo es posible de resolver sobre la base de movilizaciones, de paros de marchas y al final el modelo sigue tal cual, y el movimiento sindical en los hechos está más debilitado que al término de la dictadura, uno tiene derecho a pensar legítimamente que se hace indispensable revisar lo que se ha hecho. Habrá que seguir con los paros, habrá que seguir con las marchas, habrá que seguir con las movilizaciones, pero, creo yo, agregándole otros fundamentos, otros elementos y aspectos que, aparentemente, no se consideran ni han estado presentes.

Los resultados de este proceso electoral, evidentemente, responden, en gran medida, o son resultado, de las políticas de la Concertación, que tuvieron durante diez años el poder político, económico, de los medios de comunicación, pero siempre, subyugados, finalmente, al poder de la derecha y no avanzaron, por tanto, en la construcción de una real democracia. Pero, al mismo tiempo, debemos asumir nuestra responsabilidad: no supimos interpretar el poder de la derecha, el poder del neoliberalismo, no supimos desarrollar conciencia política ni social. El llamado de la CUT no tuvo eco alguno. En las regiones y comunas más pobres, así como aquellas donde hubo mayor conflicto social, como la V (los portuarios, por ejemplo) o la VIII y IX (los mapuches), en las que cualquier análisis marxista “tradicional” nos diría que se agudizaron las contradicciones y existiría mayor conciencia, la votación de Lavín fue altísima. Ello muestra que requerimos desarrollar un análisis político, social, antropológico, psicológico más profundo.

El objetivo estratégico, a mi juicio, está en avanzar en la construcción de una gran mayoría nacional por los cambios, lo que requiere, necesariamente, de un movimiento plural que, a través de múltiples esfuerzos, irá logrando romper los amarres antidemocráticos hasta el momento tan firmemente consolidados en nuestra patria.

- Desde la elección presidencial de 1946 que la derecha no obtenía una votación tan alta y, a su vez, tan bajas las fuerzas de centro e izquierda sumadas. Eso exige una discusión profunda del PC, de otras fuerzas de izquierda y de la Concertación. Lo más conveniente sería que tal discusión – si no se puede hacer en común – tuviera vasos comunicantes. Entiendo que tú has planteado algo similar, sin embargo hay dos problemas que obstaculizan eso. Por una parte, tú has acusado de prepotencia y soberbia intelectual a la Concertación y efectivamente hay conductas de esa naturaleza, tanto así que sectores de la propia Concertación las han denunciado. Pero, por otra parte, el PC y otras organizaciones de la izquierda extraparlamentaria han emitido juicios éticos y morales muy descalificatorios de la Concertación y del socialismo en particular. Al proceso de renovación socialista, por ejemplo, no se le ha juzgado estrictamente en sus méritos teóricos, programáticos y políticos, se le han antepuesto juicios de valor muy duros: traición, renegación, renunciamiento, etc.

¿No crees que habría que superar ambas conductas para crear condiciones mínimas que permitan una interlocución?

- Me parece indispensable hacer todos los esfuerzos que sean necesarios para despejar los problemas, para terminar con los prejuicios y para eliminar los fantasmas. Creo que estamos viviendo un momento muy clave para las fuerzas de izquierda y progresistas no sólo de nuestro país sino del mundo. Es un momento difícil que exige seriedad, honestidad, humildad revolucionaria y enormes grados de tolerancia y de apertura.

Hay problemas serios, de fondo, objetivos, que cruzan la humanidad, que no están siendo resueltos después del desplome de los llamados socialismos reales. Se anunció, en algún momento, que ya la historia había terminado, que sólo existiría el imperio permanente del capitalismo que, en definitiva, iba a resolver todos los problemas.

Eso no ha ocurrido, han pasado bastantes años y ese optimismo generalizado que cruzó todo el mundo, en este momento se convierte a una mirada más bien crítica, sino angustiada, cuando se observa que el mundo no avanza como se quería y, por lo tanto, se levantan procesos de reflexión importantes en distintos sectores de la izquierda en el mundo.

En ese proceso de reflexión creo que ayuda – o puede ayudar, o debiera ayudar -, si nos guía el interés de nuestro país y el desarrollo de la izquierda, de modo que aporte como en algún momento de la historia de este país aportó, a que analicemos lo que ocurrió en la última elección presidencial.

Insisto, a mi juicio la responsabilidad principal de lo que ocurrió corre por cuenta de la propia Concertación, incluso de la propia campaña que hizo el comando de Lagos partiendo por su franja televisiva.

Pero evidentemente que para poder conversar entre adversarios, para poder conversar entre no adversarios, pero sí entre personas que, por diversos motivos o circunstancias de la vida tomaron caminos distintos es necesario crear climas que ayuden a esa reflexión y se centren, entonces, en lo importante y no en lo adjetivo.

Lo que señala el contenido de la pregunta efectivamente es muy real. Creo que las descalificaciones, el motejar, el etiquetar a determinados compañeros que en algún momento incluso pudieran haber estado al lado nuestro y que decidieron tomar otro camino, no hacen posible concretar algo tan difícil para las direcciones partidarias como es el que reconozcan sus errores. Nadie quiere reconocer errores y las derrotas siempre se justifican, y siempre son mayores las de los otros. Y por tanto si no se parte por hacer una autocrítica real, y a partir de la autocrítica ver cuál es el problema de fondo y a partir de ese problema de fondo resolver cómo acumulamos fuerzas, cómo nos planteamos vasos comunicantes que en determinado momento pudieran significar crear fuerza común, más allá de las diferencias, estaremos definitivamente errándole el palo al gato.

El momento exige, tanto a los sectores progresistas presentes en la Concertación como a la izquierda, que al fin de cuentas es la que decide la elección de Lagos y lo lleva al poder, que definitivamente resolvamos nuestros problemas, porque en la medida que lo hagamos estaremos también resolviendo los problemas de nuestro país.

Sin duda, poco ayuda a un encuentro real el que motejemos a los socialistas de traidores, renegados o entregados al capitalismo, como que se diga de los comunistas que son piezas de museo, que sólo buscan la confrontación y que son incapaces de tener una propuesta y un discurso serio y de peso.

Yo creo que se han hecho esfuerzos dentro del Partido Comunista, aún no suficientes, por tener una mirada distinta, por abrir un proceso de discusión, por desarrollar una renovación real dentro del Partido y eso creo que no se ha valorado en su justa medida por muchos compañeros socialistas, radicales, democratacristianos, PPD, con los cuales podríamos decir tenemos una mayor cercanía.

Aquí cada cual debe asumir su responsabilidad y jugarla al interior de su organismo social, si lo tiene, o de su instancia política. Se trata, en definitiva, de sumar y no de restar. Llevamos mucho tiempo como izquierda desarrollando actitudes sectarias que no han ayudado al fortalecimiento real de una propuesta distinta. Es imprescindible mirar nuestro pasado pero, sobre todo, enfrentar la hora presente. Y eso no sólo por nuestros mártires, sino por los millones de jóvenes que han perdido la fe y que no creen en ningún partido político y, desde luego tampoco en la izquierda. Debemos dejar de lado el desaliento y construir un camino de victoria que deje atrás tanta derrota y tanto dolor acumulado.

Sería muy importante que en mi Partido se abriera paso la idea que las alianzas se construyen en torno a los objetivos del período y si, a mi juicio muy acertadamente, hemos definido la actual etapa como la de la lucha o la revolución democrática, es decir para impulsar y llevar a cabo tareas democráticas, parece obvio que nuestros esfuerzos debieran estar centrados en esos objetivos de modo principal. Creo que cometemos un error al centrar nuestros esfuerzos en la búsqueda de una alianza para los objetivos socialistas cuando lo que nos planteamos son objetivos democráticos que hoy, probablemente más que en otros momentos históricos, parecen íntimamente ligados.

Las alianzas democratizadoras incorporan a sectores burgueses. Ello, por tanto, significa que hoy existe la posibilidad de desarrollar acciones conjuntas, esfuerzos comunes, con sectores de la Concertación. Que se entienda bien, no es que yo postule que el PC se oriente a incorporarse a la Concertación, por el contrario, creo que se trata de construir una nueva alianza política que supera a la Concertación y en esa línea sostengo que es indispensable revisar nuestra política, especialmente en relación al Partido Socialista, al que muchas veces lo hemos transformado en virtual enemigo y, en los hechos, nuestra política se ha orientado a buscar su ruptura más que a abrir campos de acuerdos con ellos, lo que conduce, por una parte, no sólo a aferrarlos más a la Concertación, sino que, además, a provocar, en la base socialista, un sentimiento profundamente anticomunista.

Es en esta línea que creo que en el momento presente, y sobre todo por la debilidad del gobierno de Lagos ante el crecimiento de la derecha que puede frustrar las esperanzas de millones de chilenos, es necesario insistir en la propuesta de un Acuerdo Democrático. Si no es posible en el terreno político vencer las dificultades, pienso que es perfectamente factible abrir en el movimiento sindical una perspectiva interesante en el plano de las alianzas posibles, en lo cual nuestro Colegio podría eventualmente jugar un papel importante. Ello pasa, a mi juicio, porque el movimiento sindical se politice en el mejor sentido del término, es decir, se haga política. Problemas concretos como educación, salud, medio ambiente, sistema previsional, entre otros, deberían permitir un gran acuerdo a nivel social.

En la entrevista que te hizo Punto Final hay – muy al pasar – una idea que pareciera ser un criterio político general y que convendría que profundizaras, cuando se te pregunta sobre el programa de Lagos en lo que se refiere a aplicar una subvención diferenciada en materia de educación para discriminar a favor de los sectores más humildes, tu respuesta fue la siguiente: “en general no somos partidarios del sistema de subvenciones, pero en este caso podría ser una manera de potenciar algunos municipios que afrontan grandes dificultades económicas para mantener las escuelas a su cargo”.

¿Se puede interpretar aquello como una disposición a colaborar con ciertas políticas que aun cuando estén dentro de una visión sistémica – que tú no compartes -, de todas maneras son afines a los propósitos de más justicia social? ¿Sería interpretable como que tú postulas una política opositora menos intransigente y más proclive al diálogo con el nuevo gobierno, no sólo desde el sindicalismo, sino también desde la izquierda?

- Yo postulo una política inteligente y una política inteligente me parece que tiene que partir por analizar muy crudamente la realidad y eso significa ver limitaciones objetivas que existen en relación a poder avanzar con nuestras propuestas y también la voluntad política presente o no para impulsar alianzas tácticas que enfrenten al modelo si es que de verdad se quiere cambiar.

Lagos firmó un compromiso con nosotros. He sido criticado por algunos compañeros en el sentido que detrás de todo eso habría un afán electoral de Lagos y, por parte mía, un afán de ayudarlo a derrotar a Lavín. Independientemente que pueda ser tanto lo uno como lo otro, lo concreto es que existe en el documento firmado por Ricardo Lagos una expresión de intenciones, avaladas por su firma, que no habíamos conseguido con ninguno de los anteriores gobiernos de la Concertación. Si uno analiza los aspectos que allí están comprometidos, se percata que las propuestas de cambio son insuficientes en relación a las que como gremio, como Colegio de Profesores, planteamos en materias educacionales. Sin embargo nada de lo que hay allí expresado como voluntad y compromiso, va en desmedro de los chilenos y desde luego de los profesores.

Yo veo así las cosas, de un modo bastante sencillo, quizás simple para algunos. Pero creo que como nunca antes el magisterio tiene un documento que nos puede permitir avanzar y, junto con nosotros, provocar una eventual acumulación de fuerzas con otros sectores. Porque lo que está avalado con la firma de Lagos de ninguna manera va a ser fácil de conseguir en la actual realidad política.

En esa línea nosotros vamos a continuar planteando nuestra propuesta que es una propuesta, en definitiva, asistémica, cuando digo nosotros hablo del Colegio de Profesores, que ha conseguido la elaboración de una propuesta institucional avalada incluso por dirigentes gremiales representantes de partidos de la derecha, que concluye que para que se provoquen los cambios que nosotros deseamos se requiere cambiar la Constitución del 80 y modificar la Ley Orgánica Constitucional de Educación.

En consecuencia, nosotros continuamos insistiendo en nuestra Propuesta Educacional que es más avanzada y completa que lo que en materias educacionales se plantea el gobierno de Lagos. Pero considerando que contamos con este documento, que fija un marco de compromiso en torno al fortalecimiento de la educación pública, a abrir espacios de participación real en el proceso de reforma educativa y al mejoramiento de las condiciones laborales y salariales del magisterio, que no teníamos anteriormente, lo primero que haremos es cobrar la palabra para concretar lo que firmó. Pero, también, ofreceremos nuestro respaldo y nuestro apoyo para que las dificultades, que estamos seguros se levantarán, seamos capaces de enfrentarlas y superarlas, porque a diferencia de muchos que esperan que este Acuerdo quede como tantos otros en un cuerpo de intenciones superado por la realidad política que nos aplasta, el magisterio espera su concreción.

En ese aspecto nosotros vamos a partir por estrictamente cobrar lo que está escrito y firmado allí, vamos a proponer que se avance más y aquellas cuestiones que nos parezcan que, si bien, no están absolutamente de acuerdo con lo que nosotros estamos planteando, pero que signifiquen un avance, no tenemos porqué negarlas o confrontarlas, vamos a señalar sí que nos parece que las cosas se deberían hacer de esta otra manera, porque nos parece que es el único modo de poder acumular fuerzas reales.

Me parece que el único comportamiento responsable y serio como Presidente del Gremio, quizás más importante del país, será el de exigir el cumplimiento del documento, proponer nuestros propios puntos de vista a partir de nuestras propuestas institucionales, salvaguardando plena y total autonomía tanto del gobierno como de los partidos políticos. Un cambio de esa naturaleza de ninguna manera presupone que no puedan existir conflictos o movilizaciones, tanto o más graves que las que enfrentamos en el pasado reciente. Pero nuestra disposición es avanzar y, desde luego, de ninguna manera está en mi ánimo la perspectiva de crearle problemas al gobierno porque sí, si no hay detrás de esto un fundamento y una razón que lo justifique. Tengo una visión muy crítica de lo que fue la gestión del gobierno de Frei; creo que en general a los trabajadores nos fue bastante mal con su gobierno. Pero sí tengo una prudente cautela respecto a la gestión gubernamental de Lagos, pienso que los primeros pasos y anuncios que está entregando Lagos indican, objetivamente, no sólo matices sino énfasis bastante distintos a los de Aylwin y Frei. Por consiguiente, creo que mi Partido debiera analizarlos y actuar en consecuencia.

En esa línea se inserta lo que señalé en la entrevista que me mencionas. El Colegio de Profesores tiene una visión distinta respecto a cómo debe financiarse la educación chilena, pero si nuestra Propuesta no la imponemos y no se abre camino, porque para lograrlo tenemos que cambiar la LOCE, tenemos que cambiar la constitución del Congreso, una medida que vaya apuntando a resolver los problemas de inequidad que existen en el país, no la vamos a descalificar ni a rechazar.

- Sin pretender excusar a los gobiernos de la Concertación y a la Concertación misma ¿no te parece que en las críticas de la izquierda y de sectores de la Concertación acerca de los problemas nacionales hay cuotas importantes de “gobiernocentrismo” o “estadolatría” que impiden u obstaculizan los análisis sobre las “condiciones materiales de existencia” sobre las realidades de las relaciones sociales y que son en definitiva – al menos para la tradición cultural marxista – las que ponen los ritmos y los acentos en los que se desenvuelve la política?

Yo creo que efectivamente hay que detener la mirada y hacer un esfuerzo por llegar a una conclusión común de lo que debiera ser el rol de un Estado moderno y que, en definitiva, tiene que ver con el modelo de desarrollo que deseamos para nuestro país. Respecto al rol del Estado se tiende a caricaturizar y eso evidentemente no es bueno y no ayuda. Respecto al rol del Estado y lo que tú llamas “estadolatría”, sin duda hay una visión que se enmarca dentro de lo que ha sido el pensamiento tradicional de izquierda que le otorga al Estado Central el total poder y responsabilidad en la solución de los distintos problemas y carencias materiales de nuestra sociedad.

Sin embargo, si se analiza el programa de la izquierda, se tendrá que apreciar que hay un énfasis real apuntando a la descentralización del país, pero una descentralización que significa avanzar hacia mayores niveles de participación real, que significa avanzar hacia una democracia efectiva, entendida ésta no solamente como la posibilidad que tengan las personas de participar en procesos electorales y resolver quién va a dirigir o no determinada comuna o el país, sino que también democracia económica, democracia cultural, de información, etc. Hay comunas que tienen enormes riquezas, porque allí vive gente muy rica, aunque no haya empresas, y hay otras comunas que son pobrísimas. Entonces qué posibilidad real va a existir si no existe una mirada reguladora mínima que tendría que estar entregada por el Estado, que no ha existido durante todo este tiempo, que, por ejemplo, no entre a resolver el problema de la libertad de enseñanza entendida como libertad para lucrar, para hacer negocio.

Me parece tan erróneo el énfasis en la “estadolatría” como el pretender que comulguemos con ruedas de carreta como las que postulan que los servicios básicos privatizados son más eficientes y eficaces en manos privadas que públicas, o que todo, finalmente, se regula a través del mercado. Lo que ha ocurrido con el tema de las eléctricas es un buen ejemplo de lo que afirmo.

Nosotros estamos preparando la negociación con el gobierno en materia salarial y nos hemos percatado del tremendo esfuerzo que hicieron los gobiernos durante estos 10 años, del 90 hasta la fecha, incorporando y aumentando el gasto en educación de manera notable, observando sí que junto con el esfuerzo que ha hecho el país en materia educacional, por lo tanto el Estado, también hay un esfuerzo enorme de la propia familia. Estos enormes recursos, sin embargo, no cuentan hasta la fecha, con ninguna regulación ni fiscalización por parte del Estado y se entregan a sostenedores privados, permitiendo no sólo importantes niveles de lucro, sino la consecución de abusos y de situaciones que significan claros atropellos para los trabajadores que laboran en el sector. Esto, denunciado por nosotros, asumido por parlamentarios tanto del gobierno como de la oposición, por sectores de los propios gobiernos de Frei y de Aylwin, sin embargo aún no se enfrenta. Desde esa perspectiva yo creo que no es ni tanto ni tan poco. El propio modelo de desarrollo hace indispensable que se avance hacia una forma de planificación, principio de claro contenido de izquierda, conjugándolo con una visión que signifique enfrentar un mundo globalizado, en permanente cambio. Es necesario también romper con una serie de problemas objetivos de inequidad, cuya solución sigue entregándose absolutamente al mercado.

*Entrevista realizada por Marcia Martínez al Presidente del Colegio de Profesores