Sección: Internacional: Reordenamientos y transiciones globales
La "emergencia indígena" y la situación boliviana
José Díaz Gallardo
El Despertar Indígena de los Noventa
Los años 80 son descritos en América Latina como la década perdida. Sin embargo, para los indígenas de la región esos años representan el comienzo lento y silencioso de su organización. Activismo que se incrementó en los noventa; inaugurado por el “Levantamiento indígena del Ecuador” (mayo del 1990); seguido por las movilizaciones en contra del eufemismo hispanista del “encuentro de dos mundos” (conmemoración del V Centenario del Descubrimiento de América), y con la aparición del EZLN en Chiapas, el 1 de enero del 1994.
De esta manera, la cuestión indígena se ha establecido en las agendas políticas del continente; en particular en Ecuador, Bolivia, México y Guatemala. La denominada “cuestión indígena” conlleva la existencia de nuevos actores, organizaciones étnicas, acciones de reivindicación, movimientos, un conjunto de demandas en que el carácter indígena aparece como central.
Aunque los indígenas han tenido históricamente demandas frente a la sociedad y el Estado, no siempre esas demandas ponían por delante los aspectos étnicos, es decir, la diferencia existente entre la cultura indígena y la cultura global o criolla. Lo que caracteriza la actual demanda indígena es que combina diversas peticiones de orden económico y material con la exigencia de respeto por la diversidad cultural y con la gestión de la propia especificidad étnica (como José Bengoa nos enseña en su extensa obra).
El Actual Indigenismo Boliviano
Evo Morales Ayma y Felipe Quispe Huanta aparecen hoy como los paradigmas de los proyectos políticos y sociales del mundo indígena boliviano. Sin embargo, ya en 1993 Víctor Hugo Cárdenas, fue elegido como Vicepresidente del derechista Sánchez de Lozada.
Según el censo de 2001, la población de pueblos originarios constituye cerca del 50%, concentrándose mayoritariamente en las áreas rurales; casi en una proporción de 3 a uno. De este total, y respecto a los mayores de 15 años, un poco más de un millón y medio se identifican como quechuas; mientras que un millón 300.000, se identifican como aymaras; menos de 250.000 se considera como parte de las “naciones” del Oriente. Un dato interesante, es que cerca de 3 millones y medio de personas habla un idioma indígena (de un total de 8 millones 300.000 personas).
La ciudad de El Alto, representa otra parte de este proceso de protagonismo indígena, en este caso aymara. La ciudad ha tenido un explosivo crecimiento demográfico: tenía 350.000 habitantes en 1990; mientras que para el año 2000 eran ya un millón. Pero no se trata de una ciudad dormitorio; las actividades productivas y comerciales en El Alto son relevantes tanto para el Departamento de La Paz como para el conjunto del país.
En el Oriente los pueblos originarios son poco numerosos. En términos demográficos los guaraní-tupi y las otras “naciones” no sobrepasan el 15% de la población. En los últimos años ha crecido la emigración de “collas” (indígenas del altiplano) al Departamento de Santa Cruz, básicamente en busca de trabajo. Este Departamento aumentó su población en 700.000 personas entre los censos de 1992 y 2001. En esta región, los conflictos étnicos están cruzados por conflictos por la posesión de la tierra y las condiciones de trabajo.
En el plano de los discursos políticos, Felipe Quispe (el Mallku), representa una de las posturas más extremas, ya que propone una nueva división de Bolivia en función de las naciones ancestrales. Quispe fue miembro de grupos guerrilleros (estuvo en la cárcel 5 años por ello), en la actualidad es una mezcla entre dirigente político y social: diputado y dirigente campesino, en especial de la zona de cultivo de hoja de coca de Los Yungas. Dirige una de las dos ramas de la confederación campesina, CSUTCB, y encabeza el Movimiento Indígena Pachakuti (MIP).
Aunque Quispe proviene del mundo marxista, su actual postura es muy crítica a la izquierda tradicional; para Quispe el marxismo ortodoxo es incapaz de explicar la realidad indígena latinoamericana. Su modelo ideal son las organizaciones indígenas tradicionales: “Queremos autogobernarnos, queremos reconstruir el Qullasuyu, la sociedad socialista comunitaria de los ayllus”. Para él, los ayllus y el capitalismo son sistemas antagónicos.
Sostiene que los indígenas “tenemos nuestro propio territorio. Tenemos nuestra propia historia, nuestra propia filosofía, nuestras leyes, religión, idioma, hábitos y costumbres. Desde esa perspectiva, nosotros los aymaras nos consideramos una nación y de ahí la idea de autodeterminarnos. Nosotros no seguimos la bandera tricolor boliviana que cargan nuestros opresores; nosotros tenemos la wiphala” (bandera de siete colores, a cuadros). Su indigenismo extremo es una forma de racismo; autoritario y cuestiona el multiculturalismo que singulariza a Bolivia.
Por su parte, Evo Morales debe ser uno de los dirigentes políticos que, sin ser presidentes de la república, es de los más conocidos de América Latina. La dirigencia social constituyen sus orígenes; representante de federaciones de campesinos de Cochabamba, zona dedica cultivo de la hoja de coca. Su partido, el MAS (1997) nace como la expresión en el ámbito político de las agrupaciones sociales que le dieron vida. De hecho, el MAS no tiene una estructura política partidaria, sino que las mismas estructuras del sindicalismo campesino e indígena son las estructuras del MAS.
El MAS tiene una composición diversa; sus dirigentes tienen distintos orígenes: el diputado Antonio Peredo (hermano mayor de los legendarios “Coco”,“Inti” y “Chato”) candidato a Vicepresidente el 2002, viene de la izquierda guevarista; el senador Carlos Sandy, es un mediano empresario de Oruro; y hasta hace pocos meses, era parte del MAS el senador Filemón Escobar, un histórico dirigente minero.
Como es conocido, el discurso de Evo Morales se caracteriza por lugares comunes, como la lucha contra el ALCA, el imperialismo norteamericano y el neoliberalismo; y simpatías por el proyecto “bolivariano” del Presidente de Venezuela, Hugo Chávez. La refundación del país a través de una Asamblea Constituyente y la participación estatal en la industria del gas, son dos de sus principales banderas.
Desde el año 2002, cuando salió segundo en las elecciones presidenciales, Morales es el candidato del MAS. Sin embargo, sus actuales posibilidades electorales son escasas. Tiene un apoyo cercano al 20% del electorado, pero cuenta con un claro rechazo en amplios sectores sociales: en capas medias, zonas urbanas y sectores acomodados del país. Las alianzas que pueda construir de aquí a las elecciones, son su única esperanza (por ejemplo, con el alcalde Juan del Granado).
Finalmente, creemos que la incorporación de la demanda indígena trasformará profundamente el sistema político, incluso se puede postular que tendrá efectos en las características de la propia democracia. Si esta demanda no es escuchada o es mal administrada, podría transformarse en uno de los principales componentes de un conflicto que puede derivar en la desintegración nacional; con repercusiones importantes no sólo para Bolivia, sino también para el conjunto de la región.