Sección: Pensamiento político: Debates contemporáneos

La perplejidad del conejo y la perplejidad del ganso (Comentario al libro de Antonio Cortés)

Osvaldo Puccio H.

AVANCES Nº 37
Agosto 2000

Quiero agradecer que pueda hablar aquí en mi casa, contentarme de la oportunidad y del brillante libro de Antonio. Con Antonio tengo un problema estructural, estoy siempre de acuerdo con él, lo que escriba Cortés yo digo, yo lo podría haber escrito pero mucho peor, con este libro me sucede algo muy similar por el tema, por la aproximación al tema, por los contenidos y también por la forma.

No obstante y como la idea de la presentación es estimular a la lectura, quiero hacer primeramente una advertencia. La primera parte del libro es como La Casa Verde de Vargas Llosa, hay que armarse de un poco de paciencia, es un libro muy estructurado, un planteamiento del problema muy duro, pero de ahí para adelante una vez que el tema está planteado de manera muy sólida, pero también algo árida, aparece el brillo, el genio de Antonio.

Quisiera precisar cuatro puntos que a mí me llamaron singularmente la atención en el libro. Antonio hace su introducción citando a Lorenz. Me voy a permitir recordar un libro que muchos de nosotros habremos leído en nuestros tiempos de jóvenes El anillo de la Naturaleza de Konrad Lorenz, ahí hace una distinción entre la perplejidad del conejo y la perplejidad del ganso. La perplejidad del conejo es que se encandila, que queda sin movimiento, paralizado y, la perplejidad del ganso, es que el ganso cuando se siente perdido entrega el cuello suponiendo que esa entrega inhibe al enemigo de seguirlo atacando.

Mi impresión es que, en general, la ciencia política contemporánea ha optado, ante los cambios tan enormes de la sociedad, de la política, de las formas de comportamiento por la perplejidad del ganso, ha entregado el cuello a la espera que las cosas se comporten de manera más amable, que no nos suceda mucho en este cambio, que pasemos entre colados y sobrevivientes.

Antonio, en cambio – y yo diría que ese es el primer planteamiento espectacular del libro de Cortés – no se inhibe ante el cambio. Cuando ustedes lo lean van a ver que describe y descubre momentos explicativos de las forma cómo se comporta la política que son no sólo muy sugerentes, sino muestran procesos y fenómenos que se intuyen, pero que en el libro están dichas negro sobre blanco de manera articuladita e inteligente.

Describe con acierto la fisiología de cómo se comportan las nuevas y distintas relaciones de poder en una nueva y distinta estructura de la sociedad. En una sociedad que abandona las formas tradicionales que todos conocimos, en la que hoy día emergen nuevos actores, nuevos sujetos, nuevas formas de relación, nuevas formas de interrelación entre estos sujetos y actores, y nuevas formas de relación e interrelación de estos nuevos actores y de los viejos sujetos y actores de la política. Y cómo se va estableciendo, en un fenómeno que es descrito por Antonio básicamente como transición, básicamente como tendencia – en alguna parte así lo señala – básicamente como provisorio, van mostrándose, al mismo tiempo, un mapa como una fisiología, una forma de cómo se mueve y cómo se comporta este nuevo cuadro.

En ese sentido el libro tiene un carácter, un valor muy universal, pero también es muy explicativo de una nueva cultura política que se inauguró, o más bien se hizo presente y patente, además, con el reinicio de la democracia.

Creo que el hecho más simbólico de esta inauguración de la democracia fue el año 90 cuando fuimos convocados los chilenos a celebrar el triunfo del Presidente Aylwin en el Estado Nacional y por tanto con “entradas”.

Aquí el tema simbólico central, estoy seguro que de modo freudianamente inconsciente, casi como un acto fallido de cómo se quería que fuese la participación del pueblo, ya habiéndole asignado la novedosa denominación de “gente” eran las entradas. En lo que debería haber sido el acto masivo y, sobre todo, abierto por excelencia, en donde todos estaban llamados y todos y cada uno podía asistir de propia voluntad sin restricciones, limitaciones ni discriminaciones de ningún tipo. En cambio, se establecía un orden central y dirigido donde a las finales podían asistir sólo los que tenían acceso a las entradas, los que, en definitiva, tenían algún vínculo de dependencia o un canal de acceso con los que estaban en la tribuna, los que estaban en capacidad de definir, los que iban diciendo a “la gente” como acto fallido, repito, en esta fiesta poco son los llamados y menos los que entran.

En este sentido, lo más importante del trabajo de Antonio no es describir lo privado o lo conspirativo de la política, ese es un hecho consustancial del poder, no es ninguna novedad, sino describir la nueva calidad, las nuevas formas, la nueva institucionalización de este elemento consustantivo a la política que es la privacidad y lo conspirativo.

Describe – como ya decía – la fisiología, la forma de movimiento y destapa los autores de estas formas umbrías de moverse en la política y de desarrollar este juego del poder que, correctamente en la tesis de Antonio, no surgen por un acto de maldad o de mayor astucia conspirativa que los otros, sino surgen a partir de la debilidad de las formas y espacios que la propia sociedad se otorga para resolver la situación del poder, para resolver el movimiento de la sociedad, para resolver la resolución de los intereses, con estructuras institucionales que no están en condiciones de articular y, de algún modo, tampoco quieren articular al conjunto de los interesados, al conjunto de los sujetos, al conjunto de los participantes en el acto, en el gesto, en la decisión del poder.

Además me parece muy sugerente la forma como se aproxima Antonio al tema de la televisión abierta y de los medios de masas. Cómo se impone, distribuye desde la imagen (desde la ideología dominante habríamos dicho hace mucho tiempo) y reproduce esa ideología dominante.

Por eso en este marco a mí las propuestas de democracia plebiscitaria tienden a aterrarme, porque al final puede ser que terminemos con La Cuarta, Romané y el Tele-13 de grandes electores de la República, yo creo que ahí hay un tema complejo aún no resuelto.

El tercer elemento muy importante en el libro de Antonio, es cómo él describe el fenómeno de masificación y vulgarización de la sociedad. Y aquí quiero hacer una pequeña disquisición estética, en esta parte del libro lo toma de la mano Ortega y Gasset, es una parte literariamente muy lograda. Realmente ahí Ortega y Gasset imprime un cierto sello y un cierto ritmo a Antonio.

Quiero dar una opinión personal, esta vulgarización de la masa no tiene sólo ese aspecto, sino tiene una contrapartida, perdónenme un término provisorio y no lo digo en forma caricaturesca, la “Fernandoflorización” de las elites, vale decir, ante una masa vulgarizada y muy permeable a opiniones triviales, las elites tienden a “Fernandoflorizarse”, pagan por recibir groserías, a fin de que les sistematicen banalmente sus debilidades y dudas y les eleven a categoría intelectual la irracionalidad tardíamente conquistada, luego de que todas sus razones dieron por el traste.

Simplemente quería recalcar con esto la forma muy certera con que Antonio describe este nuevo fenómeno de comportamiento masivo, de la masa como actor, o no actor, de la política.

En cuarto lugar, un maravilloso V Capítulo. Este V Capítulo del libro de Antonio es como el Capítulo XXIII de El Capital, le apuntó completo. Este gran Capítulo, haciendo una disertación y una disquisición teórica muy rica del tema de la democracia liberal, su tensión entre el ser y el deber ser, su propuesta y su agotamiento da pie, en mi opinión, para reiniciar un debate teórico carente de este dogmatismo ambiental en que vivimos, en que todo aquello que es proveniente de lo políticamente correcto se convierte en una suerte de corset del espíritu, una suerte de enjaulamiento de la creatividad y hace, en definitiva, estructuralmente inopinable a lo que existe, cualquier idea distinta.

Así como empecé agradeciendo el que me hayan invitado, quisiera terminar agradeciendo que Antonio nos haya escrito este libro que, de verdad, espero no sólo – como decía el viejo y desvalorizado Marx – por la dimensión suciamente judaica de las cosas, sino por la riqueza intelectual del país, que sea un éxito editorial efectivo, por el Centro AVANCE, por CESOC, por Antonio, pero también y sobre todo por todos nosotros.