Sección: Temas sectoriales: Diagnósticos y propuestas

La salud en Chile: un diagnóstico sin tratamiento

Juan Luis Castro

AVANCES de actualidad Nº 9
Septiembre 1991

Nadie duda que el tema de la Salud está emergiendo al debate público con señales de alarma cada vez mayores, que hacen prever situaciones de tensión social creciente en torno a soluciones rápidas y eficaces que salgan al paso de esta crisis con medidas nuevas y muy de fondo.

En este somero análisis consideramos tres grandes aspectos el problema: 1º las condiciones de atención de salud y los recursos humanos en el Sector. 2º La gestión de Gobierno en Salud. 3º Perspectivas del problema.

1º Las condiciones de atención de salud y los recursos humanos en el sector

En este ámbito cabe señalar que el serio deterioro en el sector público acumulado en los últimos 10 años, hace que – en lo esencial – no hayan cambiado mayormente las malas condiciones de atención.

Esto se expresa de varias maneras:

a) En los consultorios de Atención Primaria que dependen del Municipio respectivo, existe una desigualdad notable en materia de infraestructura y recursos económicos, por lo cual una significativa mayoría de consultorios están aún sumergidos en una pobreza encubierta.

Tal es así, que la capacidad real de dar solución a un determinado problema de salud pasa necesariamente por otorgar, en muchos casos, los exámenes de laboratorio y los medicamentos indispensables que no se tienen disponibles.

Esto genera un problema central: la no resolución de una determinada situación de enfermedad significará, con toda seguridad, nuevas consultas y gastos de atención que finalmente van a encarecer el costo para el usuario y para los prestadores.

Hoy la atención primaria sufre una crisis de desinserción de un Sistema de Salud Nacional, por ubicación administrativa y técnica la dejan dislocada de la red natural de atención y supeditada casi exclusivamente al devenir de recursos que cada Municipio – sin normas transparentes en muchos casos – le quiere otorgar.

b) En los hospitales, por otro lado, es donde probablemente con mayor dramatismo se observa el atraso tecnológico y de infraestructura que afectan al sistema. A modo de ejemplo, se puede decir que en Santiago los hospitales en su gran mayoría son tan antiguos (anteriores a la década del 40), que su estructura se hace inmanejable por los costos permanentes de reparación y mantenimiento que requieren. Tal es así que la sola tarea de restaurar las calderas significó una de las primeras urgencias del Gobierno, invirtiéndose una significativa cantidad de fondos.

Pero esto no es todo, los períodos de espera para hospitalización y cirugías, la falta de procedimientos de laboratorio indispensables, la burocracia administrativa, la falta de sábanas, somieres, catres, etc., no son una ficción literaria sino una cruda realidad cotidiana.

c) Un tercer elemento de diagnóstico lo constituyen los propios recursos humanos.

La planta de funcionarios del Sistema Nacional de Servicios de Salud comprende cerca de 60.000 trabajadores, los que hoy aún perciben rentas notoriamente inferiores al resto de los trabajadores de la administración pública o grados equivalentes en la Escala Única de Salarios.

A su vez, los profesionales del sector han emigrado progresivamente del ámbito público (por bajas remuneraciones) al sector privado. Sólo el 37% de los médicos actualmente trabajan en el sector público, con ingresos líquidos de rango promedio de $ 70.000 a $ 140.000 mensuales.

Aquí urge realizar una nivelación a todos los estamentos y normalizar una carrera funcionaria que prácticamente se ha perdido.

2º Acerca de la gestión de gobierno

Es claro que al asumir el Gobierno de la Concertación éste se “quedó corto” en el diagnóstico de la crisis acumulada. Por eso es que los esfuerzos realizados no alcanzan a reflejarse claramente en mejorías sustanciales.

El principal énfasis destinado a la inversión en infraestructura y equipamiento, exhibirá recién resultados probablemente en los próximos tres años, por lo cual siendo una medida de fondo no puede detener el impacto negativo acumulado.

Es en este sentido que ha faltado un énfasis mayor en priorizar medidas tendientes a que los propios usuarios perciban, en lo inmediato, cambios concretos en la calidad de atención, y a su vez en lograr satisfacer las expectativas naturales de salarios y carrera funcionaria de los trabajadores que eleven notoriamente la mística de trabajo.

Es por esto que parece necesario que todos los aumentos presupuestarios para el sector pasen por una reorientación clara de la política de salud, tendiente a dar señales muy concretas de que durante este corto período de gobierno de transición se dejarán sentadas las bases de un nuevo modelo, que permita un diseño coherente sobre el destino de todos los recursos y su eficiente administración.

En suma, parece prioritario que el Gobierno recupere iniciativa política en torno al tema, superando tantos errores de procedimiento muy notorios durante los últimos meses. Por ejemplo en materia de negociaciones con los gremios del sector, y también en lo que se refiere a una adecuada inflexión en el curso de la asignación de recursos económicos, que se refleje en un real impacto ante la opinión pública.

3º Perspectivas próximas

Pero aquí no se puede reducir el debate solamente al requerimiento de mayores fondos presupuestarios. Es necesario constatar que por más recursos que se inyecten al Sector, estos no significarán crecimiento y solución en la medida en que no vayan apareados a una propuesta racional de un modelo distinto de Salud para el país, que armonice las dimensiones pública y privada del Sistema.

En este punto creo que se encuentra un aspecto central de la discusión: no podremos recuperar una Salud digna para el país, si éste no es capaz de definir claramente qué tipo de Salud necesita, qué recursos está dispuesto a otorgar y de qué manera desea administrarlos.

Están en pleno debate hoy día propuestas en el sentido desde el mundo socialista (PS-PPD) y desde la Derecha (que tiene un mayor avance). No obstante, en el centro político se observa un gran conservadurismo para abrirse a una discusión de esta naturaleza y, más aún, en lo que se refiere a la gestión central del Gobierno en salud, ya que el núcleo de decisiones hoy vigentes está cautivo en dicho ámbito político.

Creo, finalmente, que estamos en presencia de un área social en que hay un “diagnóstico” compartido, una crisis reconocida. Sin embargo, no se arriba todavía a un “tratamiento” eficaz, que no sólo sea sistemático sino de ataque a las verdaderas causas de esta enfermedad.