Sección: Gobierno Bachelet: Gestación y desarrollo
Los desafíos de Bachelet y Alvear
Avance Actualidad
Consecuencias del cambio de gabinete
Mucho se ha especulado durante la semana sobre las motivaciones y cálculos que están a la base del reciente cambio de gabinete. La verdad es que la especulación puede ser infinita, pero dos hechos son incuestionables: por un lado, la salida de Bachelet y Alvear significará un impulso, que puede llegar a ser decisivo, para la alicaída campaña municipal de la Concertación, y por otro, el gobierno se ha blindado de las críticas opositoras al dejar fuera de su esfera el tema presidencial. Esto último, no solo le permitirá tener una gestión menos confrontacional con la oposición, sino también evitará las fricciones que el tema presidencial genera al interior de la Concertación.
Visto así, se trata de una jugada política correcta que se sitúa en los dos temas principales que deben preocupar a la Concertación en este período: gobernar bien (y cerrar con éxito el gobierno) y lograr un triunfo electoral en la próxima contienda municipal.
Distinto es evaluar lo que el cambio de gabinete significa para el futuro político de las ex ministras Alvear y Bachelet. Aquí los balances son menos claros y concluyentes: es evidente que la posición de ambas en el gobierno las protegía y les daba un espacio político que les aseguraba una agenda permanente en los medios. El carisma y dignidad de sus cargos, las investía, a su vez, como líderes nacionales y “hombres de Estado” (se entiende la dificultad de género para expresar esta idea).
Hoy, en cambio, ambas han entrado de lleno a la arena política, están más expuestas, y su base de legitimidad tendrá que darse en esta esfera, donde los desafíos son distintos y hay que exhibir otras fortalezas. Nada indica, que ambas no sortearán con éxito estas nuevas barreras y obstáculos, pero tendrán que hacerlo para poder validarse, definitivamente, como opción presidencial.
El desafío de Alvear
En el caso de Soledad Alvear sus principales dificultades provienen de su Partido, la DC, donde se visualiza una dura y áspera confrontación interna. Esta disputa la puede desgastar, y sin duda, acentuará su imagen de “política tradicional”, lo que, previsiblemente, le impedirá seguir avanzando en las encuestas, por lo que llegará – si logra, finalmente, ser proclamada en la DC – por debajo de Bachelet en las preferencias ciudadanas.
Su otro gran desafío es lograr vencer a Bachelet en elecciones primarias. Es muy difícil que la Concertación logre un mecanismo de definición que no sea ampliamente participativo y democrático. Para Alvear puede, a su vez, ser muy desgastante aparecer frente a la opinión pública negándose al mecanismo de primarias, regalándole con ello a su contrincante las banderas de la participación y de la democracia interna.
Como contrapartida, sus fortalezas, a su vez provienen, de que tiene mucho más constituido que Bachelet un equipo y un diseño de campaña, y ella misma exhibe una “voluntad de poder” que es decisivo en estos casos (lo peor son los candidatos en permanente “crisis existenciales”). En este sentido tiene gran parte de la tarea avanzada, lo que le puede dar una ventaja importante en las próximas semanas.
El desafío de Bachelet
Michelle Bachelet es todavía un liderazgo en construcción, y por lo mismo, este nuevo escenario constituye un hito más en este proceso. Sale del gobierno con un claro éxito en su gestión y con un apoyo popular sobresaliente. Su principal desafío está en mantener esta corriente de simpatía que ha generado en la sociedad y el perfil más ciudadano de su liderazgo, con la conformación de estructuras básicas de organización y de definición programática.
Se va a acentuar en los próximos días torno a ella las interrogantes sobre cuál es su planteamiento en diversas materias políticas, económicas, culturales y sociales; así como sobre su real disposición y “voluntad de poder” para acometer una candidatura presidencial. Hasta el momento ha salido airosa, subsumiéndose en la campaña municipal, y dando las primeras pistas de cuales son algunas de sus sensibilidades e ideas políticas principales.
Será inevitable una mayor profesionalización de su trabajo lo que significará entrar en un proceso de conformación de equipos. Ello puede llevar a una etapa de “ensayo y error” que puede hacer perder un tiempo valioso si las decisiones no son las correctas. También se debe prever una etapa de fricciones entre diversos “barones” y “poderes fácticos” del progresismo que pujarán por entrar al circulo de confianza de Bachelet. En este contexto, la capacidad que la propia ex ministra demuestre para ordenar y “golpear la mesa” dentro del mundo PS-PPD y PRSD (y más ampliamente a un mundo progresista no adscrito a partidos) es absolutamente decisivo. Estas próximas semanas van a requerir de Bachelet un fuerte ejercicio de liderazgo y de autonomía para organizar un sistema de trabajo eficiente, que le sea cómodo y le de plena confianza política.
Esta expectante situación, plantea un desafío mayor para la dirección socialista: ser capaces de apoyar el desarrollo del liderazgo de Michelle Bachelet sin encajonarla en los márgenes estrechos de la militancia partidaria; apoyar la construcción de un “movimiento ciudadano” en torno a ella sin buscar roles excesivamente protagónicos; apoyar programáticamente a su candidata, y evitar los alardes ideológicos y verbales que tanto gustan a algunos de sus dirigentes.
La gran ventaja de Bachelet es su indiscutido apoyo popular, lo que le permite mirar con confianza una eventual primaria al interior de la Concertación. Su principal desafío: convencer y convencerse que quiere y puede ser Presidente de Chile, y organizar un sistema eficiente de trabajo, que no debilite y por el contrario potencie, el carácter amplio, transversal y ciudadano de su liderazgo.