I. INTRODUCCIÓN
La relación entre los medios de comunicación masiva (MCM) y sus públicos no es lineal ni mecánica. Los datos de encuestas de opinión pública (EOP) señalan que la gente percibe que sus problemas más sentidos escasamente son recogidos por los MCM y señalan además que, no obstante lo anterior, esos medios tienen una altísima audiencia y cuentan con una alta credibilidad del público.
Esa asimetría es más aparente que real: “el deseo social” de los entrevistados de reivindicar soluciones ante la opinión pública y el Gobierno, de una parte, y los patrones de consumo noticioso, de otra, no siempre van de la mano. Existe un desfase o asimetría en la misma gente, entre el reivindicador y el consumidor de noticias.
Estas aparentes asimetrías y confusiones van mucho más allá de olvidos o distorsiones el mítico rol asignado a los MCM y apuntan, en definitiva, a profundos cambios socio-culturales que también involucran a esos medios.
II. CONSUMO DE NOTICIAS Y FENÓMENO DROGAS (Fuente: MSGG)
La TV es el principal medio de información: a través de ella se informa el 80% del país y el 91% de los santiaguinos; aquí obtienen la mayor información no selectiva sobre el fenómeno drogas. A mucha distancia se ubican como fuentes de información general, la radio (38% país, 26% Santiago) y los diarios (22% país, 25% Santiago).
Sin embargo, los diarios y la radio, en ese orden, son más preferidos que la TV como fuente de información sobre temas específicos, en particular para los grupos socio-económicos (GSE) medios y altos; estos grupos manejarían una información más vasta y compleja sobre el fenómeno drogas.
En los GSE de menores recursos el interés por los programas de noticias está muy por debajo de la media, siendo irrelevante en algunos grupos. Su consumo de revistas es casi nulo; su consumo de diarios es algo mayor. Las personas de estos GSE retienen sólo lo grueso de las noticias más impactantes sobre la droga, adquiridas principalmente a través de la TV y por medio de los titulares de la prensa escrita.
Los programas conversacionales (en radios AM y crecientemente en las FM, y en algunos de la TV), constituyen un poderoso instrumento para la transferencia interactiva de experiencias entre el público respecto de temas como la droga, el alcoholismo, la violencia intrafamiliar, los problemas sentimentales, entre otros. La mayor credibilidad de la radio respecto de los otros medios pudiera estar vinculada a este tipo de comunicación (las reflexiones son predominantemente aportadas por la propia gente).
III. MCM Y LOS PRODUCTOS INFORMATIVOS
1. Comunicación que genera empatía pero no adhesión
La oferta noticiosa de los MCM – excluidos los programas interactivos -, está cada vez más lejana de los paradigmas ideológicos y cada vez más cercana a la información valóricamente aséptica y a la mera entretención. Satisface, primordialmente, la apetencia del público por los hechos emocionalmente impactantes en un abanico que va desde la tragedia al escándalo.
Editores y consumidores de noticias han llegado a “coincidir” en que más atrae la imagen y la acción, que los dichos o posturas ideológicas; que las “buenas noticias” no siempre ni mayoritariamente son periodísticamente atractivas; que el rumor encanta más que las certezas; que las denuncias son más seductoras que las medidas positivas; que los hechos dramáticos y sorpresivos impactan más que los dramas crónicos del gran público.
Así, la masa noticiosa de la prensa chilena se vertebra preminentemente en torno a ofertas emocionales y escasamente en torno a ofertas interpretativas. Genera altos niveles de empatía pero en general se demuestra débil para convocar adhesiones (con la excepción aparentemente curiosa del fútbol). Le falta el ingrediente “cementador” de la interpretación que haga perdurar la sustancia noticiosa y le dé vida en la memoria valórica de la gente. Esta es la dinámica que predomina en el tratamiento del Fenómeno Drogas por parte de los medios de comunicación masiva.
2. La inocua credibilidad de los MCM
Una situación de esa naturaleza abre interrogantes respecto de qué tipo, o cuál es la naturaleza, de la alta credibilidad que la opinión pública manifiesta hacia los MCM. Datos de la propia TV corroboran contundentemente la percepción de la gente respecto de que sus problemas principales escasamente son recogidos por los noticieros. Las áreas más privilegiadas son el deporte (fútbol) y misceláneas; los temas sociales y de seguridad ciudadana se ubican muy por debajo de los temas anteriores. Además, dos tercios de la opinión pública considera que la TV oculta intencionalmente algunas noticias, en particular noticias sobre cuestiones políticas (21,8%).
Es decir, al menos respecto de la TV, la credibilidad está referida a una masa noticiosa predominantemente inocua (al menos desde el punto de vista de las situaciones más acuciantes).
El público consumidor de noticias, por su parte, no es un receptáculo pasivo de los mensajes mediales.
* La revolución en las comunicaciones ha coincidido con la pérdida de influencia de los partidos y de la política en la generación y transmisión de valores, pero eso no significa que los MCM hayan ocupado ese lugar. El desamparo paradigmático afecta tanto a los MCM así como a sus públicos: ambos pertenecen por igual a un universo cultural heterogéneo, desideologizado y globalizador (apátrida, en cierto modo).
Dicho de otro modo, los MCM no van, ni pueden ir más delante de lo que la propia sociedad se impone. Esta afirmación es fuertemente válida respecto del fenómeno drogas.
IV. REALIDADES EMERGENTES Y NUEVAS FORMAS DE COMUNICACIÓN
La globalización de las comunicaciones y las crisis paradigmáticas, se vinculan a otras realidades emergentes que inciden “desde abajo” y en no menor medida, en la conformación no sólo de patrones de consumo noticioso, sino además en la construcción social de sistemas de valores y actitudes más globales (como el fenómeno social drogas, por ejemplo), y que dicen relación con nuevas formas de interacción y comunicación social transversales.
1. El mercado: generador de nuevas relaciones sociales y culturales
Los bienes materiales que ofrece el Mercado poseen junto a su valor de uso, otros atributos de enorme carga cultural: son portadores subliminales y a veces explícitos de nuevos estilos y sentidos de vida asociados al éxito y al prestigio individuales, idealizados y amplificados, a veces hasta la compulsión, por la publicidad medial y por la globalización de las comunicaciones, convocando a todos los GSE sin excepción.
Surge el ciudadano consumidor que espera (y/o exige) del Estado y del Mercado, regulación y fiscalización, y transparencia y eficacia, respectivamente; ciudadano exorcizado de la vieja creencia ideológica que la felicidad personal sólo era posible y decorosa en un utópico estado de bienestar generalizado.
Se pone el acento en una cierta visión empresarizada del destino personal: el individuo autopercibido como unidad económica que se forja a sí mismo en competencia con los demás. Y, por lo mismo, más a la deriva y con más incertezas, pero más sensibilizado respecto de la necesaria igualdad de oportunidades para enfrentar una realidad cuyo signo es la solvencia económica. (“El dinero no hace a la felicidad, pero la financia” – Manolito, personaje de la tira Mafalda -).
2. Debilitamiento ético de las normas socialmente aceptadas
La exacerbada presión al consumo sin mediar mayores regulaciones, conduce a una sobrevaloración de las eficacias técnicas para el logro del bienestar y el éxito, más allá y a veces en contra de toda obligación social y moral, contribuyendo a legitimar comportamientos delictuales masivos.
La sociedad entra a comprometer actitudes tendientes al logro material, a sabiendas que se mueve al margen de lo legalmente establecido: créditos para consumos que nunca se pagarán, fraudes colectivos en la (re) venta de entradas a partidos de gran demanda, complicidades y conductas masivas de subsistencia vinculadas al comercio de la droga, corrección policial, judicial, administrativa, etc.
Esta anomia ética se acrecienta cualitativamente cuando queda al descubierto la participación de figuras de las elites del poder en casos de corrupción y drogas. Aplican “en las alturas” el mismo mecanismo de eficacias técnicas versus probidad moral y obligación ciudadano. Dan cuenta de este tipo de comportamientos, las abundantes denuncias y escándalos en torno a instituciones tanto del Estado como de la empresa privada: INJ, casas COPEVA, ENERSIS, Congreso, Justicia.
3. Estado de consesualismo y vulgarización del sentido de identidad nacional
Los chilenos ya no tienen las certezas que otorgaban las viejas utopías, ni tampoco aquellas que se derivan de poseer mutuos enemigos y fantasmas bien conocidos. Contribuye al clima de consesualismo, o conformidad impotente, la idea bastante generalizada en la clase política de que las crisis y las confrontaciones son siempre y en todas las circunstancias, sinónimos de ingobernabilidad y desestabilización.
Los símbolos de la identidad nacional han salido de la esfera luctuosa de la historia (por inexistencia de riesgos reales de guerra o de cambios históricos traumáticos), y hoy articulan, banalizándose, las casi únicas ocasiones de identificación colectiva que van quedando; los triunfos de la economía, los desastres naturales y los éxitos del fútbol.
Por omisión, los símbolos del orgullo nacional y los colores patrios reviven en las vehemencias de la masa futbolizada apetente de contiendas épicas. No es raro que el fútbol, que no exige consensos conformistas y que vive y se agiganta en la confrontación, sea la única área en los MCM que dispone de la reflexión regular de periodistas e invitados estrellas.
4. Nuevas expresiones estéticas asociadas a la vivencia de la droga
Paralelo a todo lo anterior, surgen nuevas ofertas estéticas musicales (“rock latino”, punk”, “rap”, “heavy”) y pláticas. Se construyen, en diversos grados, en base a narrativas y posturas heréticas respecto de lo establecido y consagrado. Se abren paso a sensualidades nuevas cuyo vértigo en parte reside en la capacidad de desplegarse fuera o en los bordes del sentido tradicional de lo permitido. Y respecto de lo cual la droga cumple una importante función comunicacional y simbólica.
(Crisis valórica, nuevas sensualidades y oferta estética asociadas, son fenómenos recurrentes y esenciales en la historia cultural. Los padres de muchos de los jóvenes actuales fueron parte de subculturas y estéticas de similar naturaleza sociológica, imbricadas, entre muchas otras cosas, al simbolismo de la droga, Vg.: Jimmi Hendrix, The Rolling Stone, Pink Floid, Janis Joplin, Led Zeppelin, The Queen. Son clásicos que hoy reviven con particular fuerza).
Esos imaginarios colectivos o realidades estéticas (clásicas y nuevas), ejercen una enorme seducción sobre otros sectores que no comparten necesariamente su universo simbólico, pero que cooptan como moda aquello que para sus fundadores es un estilo. Aquí la TV y la radio juegan importantes roles difusores e interpretativos.
V. LA PERCEPCIÓN SOCIAL DEL FENÓMENO DROGA
Estudios de dinámicas de grupo realizados por el MSGG, permiten sacar conclusiones sobre la percepción social del fenómeno:
1. Opiniones sobre el consumo
• El fenómeno drogas genera desintegración familiar, violencia y delincuencia; los niños y los jóvenes son sus principales víctimas.
• La droga también invade la escuela y la universidad. Esta realidad escasamente es reflejada por los MCM.
• El consumo (marihuana, pasta base, cocaína pura) está extendido a todo el país, tiene carácter masivo y abierto, y en muchos sectores ha adquirido el rango de un comportamiento cotidiano rayano en la “normalidad”.
• El consumo de drogas se da en todos los grupos sociales sin excepción, aunque la prensa ha creado la imagen de que la drogadicción es un comportamiento casi exclusivo de la gente de los GSE de menores ingresos.
• El consumo de drogas por parte de los sectores altos de la sociedad contribuye a un clima de permisividad y escepticismo social, que legitima y refuerza el consumo de drogas por parte de la juventud y de los grupos sociales de menores ingresos.
2. Opiniones sobre el tráfico de drogas
• Existe la opinión de que algunos miembros del Congreso y el Poder Judicial le sacan partido a su situación de inmunidad, son cómplices del tráfico de drogas y no colaboran o paralizan las investigaciones que podrían comprometerlos. (La gente retiene sin matices lo más impactante de las noticias relativas a estos hechos, a pesar que cree que los MCM no dan a conocer todo lo que saben).
• El narcotráfico es un factor de corrupción, particularmente entre el personal de las fuerzas policiales; carabineros y detectives que cumplen funciones de protección al narcotráfico y que están directamente comprometidos en la reventa (después del requisamiento) e la droga a nivel poblacional.
• El narcotáfico en un contexto de escepticismo social, consumismo, pobreza y corrupción policial, le abre a la gente de ingresos nulos o mínimos, la posibilidad cierta de hacer “dinero fácil”.
(El 62% de los delitos cometidos por mujeres en la presente década se vincula al tráfico de drogas, principalmente en las regiones Primera, Segunda y Metropolitana. Se ha multiplicado por tres el número de mujeres en prisión por el delito de narcotráfico; de éstas el 90,3% son jefas de hogar y el 50,6% tienen hijos menores de edad. Estudio del SERNAM, Ministerio de Justicia y Gendarmería, 1997).
VI. CONTENIDO DE LAS NOTICIAS SOBRE DROGAS
1. La venta y el consumo masivos
De todos los eslabones del fenómeno drogas, el consumo masivo es el que tiene la menor cobertura noticiosa. Alcanza notoriedad pública sólo cuando aparece vinculado a hechos delictuales o a escándalos.
El tráfico de drogas a nivel poblacional, de otra parte, es tratado por la prensa sólo en el contexto mayor de las denuncias sobre los subcarteles poblaciones (“Cartel de la Legua”) y sobre la corrupción – en ese nivel – de personal de la policía civil y uniformada.
2. El narcotráfico
El narcotráfico a gran escala, en particular a partir de los casos “Cabro Carrera” y lo relativo al Cartel de Juárez, aparece tratado por la prensa como un problema de magnitud nacional e internacional, de gran espectacularidad noticiosa. Ha sido recurrente en la prensa sostener que la estabilidad económica e institucional de Chile pareciera ser propicia a la instalación de casas matrices o sucursales del narcotráfico internacional y el lavado de dinero.
El Estado chileno aparece exitoso en la lucha contra el narcotráfico y el lavado de dinero al desbaratar sus redes de tráfico y de protección y detener a sus protagonistas principales, después de una operación que duró casi tres años sin que se filtrara lo que se estaba investigando. Lo similar ha ocurrido respecto del Cartel de Juárez.
Sin embargo, existe la imagen (difundida en editoriales de diversos medios escritos) de que el sistema global de protección al narcotráfico no ha sido vitalmente desarticulado ni se ha logrado descubrir los niveles que ha alcanzado en la institucionalidad del país. Contribuye a esa sensación algunas decisiones de los tribunales de no informar sobre aspectos de la causa, así como las trajinadas, engorrosas y frustradas acusaciones constitucionales contra algunos magistrados.
3. La corrupción asociada al narcotráfico
Las noticias que han tenido la mayor cobertura e impacto periodístico son las relativas a la corrupción asociada a la protección del narcotráfico y que comprometen a figuras del poder judicial, legislativo, policías y administración pública.
La corrupción asociada a la droga, en particular a partir de las denuncias del ex Ministro Cuadra y de los hechos vinculados al Poder Judicial, entra a ser tratada como un hecho de la política, primordialmente en relación a la desestabilización política y la desautorización moral de aquellos que aparecen directa o indirectamente involucrados en las redes de protección y/o el consumo de drogas.
Las denuncias sobre consumo y tráfico de drogas en el Congreso y el Poder Judicial, se han visto potenciadas por la mutua recriminación de corrupción entre gobiernistas y opositores respecto de un plano más global relativo a la probidad de la gestión pública y privada. Los escándalos relacionados a la RPC, COPEVA, SERVIU, INJ, ENERSIS, grupo BHC, han tenido una gran cobertura periodística.
VII. CARÁCTER DE LAS NOTICIAS Y FENÓMENO DROGAS
1. Lo cotidiano no constituye noticia
Los datos sobre cobertura periodística de los MCM ilustran que el consumo masivo de drogas ocupa escaso espacio en los noticieros. No tiene a su favor el elemento sorpresa frente a una opinión pública que lo tiene asumido como uno de los tantos datos habituales de la cotidianidad (desesperanza aprendida, en particular entre los GSE bajos).
Así como lo cotidiano no constituye gran noticia, inversamente las noticias rutinarias (por definición no espectaculares) no están presentes en las pulsaciones más vitales de la vida diaria de la gente. Hay un consumo desideologizado y emocionalmente plano de las noticias rutinarias. La masa noticiosa, incluidas las excepcionales, carecen de contenidos interpretativos y muchas veces tienen – para la gente – el insípido sabor del consensualismo.
Los problemas políticos propiamente tales, y las noticias de esas naturaleza (incluidos los cambios de Gabinete), están en los peldaños más bajos de las preocupaciones y atenciones cotidianas de la gente, tal como lo demuestran los EOP.
Lo anterior no significa necesariamente indiferencia respecto del Estado, pero se interpela a la labor gubernamental (y a los MCM) desde lo local – personal y cotidiano -, y no desde militancias partidarias o universos ideológicos abstractos. (Un quinto de la gente que se identifica con la Concertación desaprueba la conducción del Gobierno de Eduardo Frei; y un tercio de la oposición la aprueba. Fuente: Adimark, 1997).
2. La seducción noticiosa de lo excepcional
Lo cotidiano, tal como se ha dicho, no constituye noticia para los MCM, a menos que la rutina estructural del país sea violentada por hechos excepcionales: escándalos de proporciones (casas COPEVA), desastres naturales (terremotos e inundaciones), dramas que rompan la norma de lo públicamente aceptable (niños brutalmente castigados, ola de suicidios de escolares maltratados, complicidades masivas en el comercio de la droga.
Las noticias sobre el narcotráfico a gran escala tienen todos los ingredientes de lo excepcional y a veces alcanzan una espectacularidad de gran potencial noticioso. Sin embargo, las noticias sobre la corrupción asociada a la protección del narcotráfico, son las que han tenido la mayor cobertura e impacto periodístico.
Este tipo de noticias ha adquirido la seductora mecánica comunicacional que otorga el escándalo en torno a las elites políticas y los círculos de prestigio, y la sospecha y la elucubración públicas (siempre unidas al rumor) respecto de la probidad moral y la solvencia política de las figuras claves de las instituciones del Estado.