- Luego de las “urgencias” de los 80 derivadas de la lucha contra la dictadura y de la transición en los 90, no crees que está haciendo crisis al interior del PS la falta de una visión estratégica, de un proyecto de futuro que ordene y dé sentido al quehacer cotidiano del partido…
- Después de la gran crisis de la izquierda mundial, que se expresó simbólicamente en la caída del muro de Berlín, tengo la impresión que las únicas fuerzas políticas que se han ido reconstituyendo con una cierta visión de su quehacer inmediato y estratégico, son las fuerzas socialistas y socialdemócratas europeas y algunas fuerzas de izquierda en América Latina. Son partidos y fuerzas políticas que están reflexionando en el contexto de las nuevas realidades de la política mundial, particularmente, la globalización y la universalización de la economía. Los recientes triunfos socialdemócratas en Europa son un ejemplo de esta vitalidad. Creo que de este proceso el Partido Socialista chileno puede extraer importantes lecciones.
Pero no basta con lo anterior, porque no se trata de extrapolar ideas sin tener en cuenta nuestra propia realidad. Hace falta también aquello que antes llamábamos el “análisis concreto de la realidad concreta”. La generación de Almeyda, Ampuero, Eugenio González, aterrizaron en el programa del 47 una visión estratégica de Chile y esas ideas duraron prácticamente hasta la Unidad Popular. Esa comprensión más profunda de este tiempo, aquí y ahora en Chile y América Latina, es algo que también nos está faltando.
- Cuál es la agenda para empezar a construir esta visión de largo plazo del PS…
- Me parece que parte importante de esta agenda es la que está proponiendo y llevando adelante la Comisión Progreso Gomal que dirige Felipe González, y de la cual forma parte Ricardo Lagos. Allí se está haciendo un reconocimiento espectacular en torno a los grandes temas de este tiempo: la internacionalización de la economía, el problema del dinamismo de los flujos financieros y las consecuencias que ello conlleva, la sustentabilidad ambiental, el tema de la revolución científico-tecnológica pensada en una perspectiva más democrática, la nueva fisonomía del Estado-nacional en el contexto de la globalización, los temas de los jóvenes y de la mujer, los nuevos movimientos sociales, la educación, etc.
A su vez, en el plano nacional, y vinculado a la campaña de Lagos, se viene un importante trabajo de reflexión en el marco de la Concertación. El tema es cómo damos el gran salto en solidaridad y equidad, cómo reabrimos con perspectiva de éxito las tareas democratizadoras pendientes y cómo ampliamos las libertades individuales y culturales de los chilenos. Esos son los grandes desafíos programáticos para un tercer gobierno de la Concertación.
- En este rescate de la experiencia socialdemócrata europea crees viable para Chile, lo que probablemente es la principal obra de la socialdemocracia europea, el llamado Estado de Bienestar…
- Creo que se trata de una perspectiva bastante rescatable. Lo que sí debe tenerse en cuenta es que en el caso europeo ese Estado de Bienestar ha sido posible prefigurar a partir de que la mayor parte de los países ya ha superado la barrera de los 12 mil a 14 mil dólares de ingreso per cápita. Ello les ha permito configurar sistemas públicos universales y de alta calidad en los ámbitos de la seguridad social, la salud, la educación y financiar mecanismos de protección contra el desempleo. Gracias a ello han podido construir sociedades altamente equitativas y solidarias. Teniendo en cuenta las particularidades nacionales y los debates sobre el rol del Estado en esta fase, que no es el mismo que en la post Segunda Guerra Mundial cuando se constituyeron estos Estados de Bienestar en Europa, me parece que constituye una perspectiva estratégica a tener en cuenta, en el sentido de la creación de redes de apoyo a los sectores más vulnerables y, sobre todo, en lo que significa como dimensión de fondo sobre los grados de solidaridad interna con que una sociedad se concibe a sí misma: cuáles son aquellos derechos básicos que serán responsabilidad de todos asegurar, es decir responsabilidad pública, del Estado, más allá del mercado. Qué vamos a asegurar a todos los chilenos en los próximos años en materia de salud, de educación, de vejez, de empleo; esa es una pregunta clave que la sociedad chilena no puede soslayar en el próximo período.
- ¿Está preparado el PS para un eventual gobierno de Ricardo Lagos, crees que existe la responsabilidad necesaria para ser “el partido del presidente”, eje de la Concertación, lo que significa un status bastante distinto al actual?
- Pienso que nosotros tenemos capacidad para enfrentar este desafío, producto del quehacer que hemos venido acumulando durante los últimos años, particularmente en la transición. Creo que estamos en condiciones de asumir responsabilidades en un futuro gobierno encabezado por Lagos, con tanto o más eficacia con que lo podemos hacer actualmente.
Sin embargo, creo esencial que el Partido en su conjunto internalice esta nueva situación política que significa asumir roles gubernamentales más preponderantes. Una mayor conciencia partidaria sobre la responsabilidad que el Partido puede pasar a jugar sobre el conjunto del devenir nacional. Para lo que viene por delante no queda espacio para un partido centrado en sus problemas y conflictos.
- El Partido hoy aparece muy pensionado entre su representación social, que se ha vuelto cada vez más disconforme y crítica, y sus responsabilidades como Partido de gobierno. Actualmente frente a esta tensión se suele acudir a la política del “si bien es cierto, no es menos cierto…”, donde se trata de estar en las dos partes a la vez, y tal vez ello no es posible ni serio en toda ocasión.
- Este es uno de los temas que preocupa a gran parte de la militancia y a nuestra Dirección. El Congreso de Concepción fue notable en el siguiente doble sentido: por un lado, un Congreso muy crítico, extraordinariamente poco obsecuente, incluso con el gobierno del Presidente Frei, pero que al mismo tiempo reafirmó la validez de la Concertación y su sentido de pertenencia a ese gobierno. Esto votado por los mismos compañeros. Yo creo que se trata de una contradicción que tenemos todos, bases y Dirección, porque creo que los socialistas han entendido que fuera del gobierno la posibilidad del cambio progresista está muy limitada, porque creo que los socialistas en general han logrado entender que la Concertación, no siendo un espacio perfecto, es el lugar donde podemos desarrollar nuestra vocación de cambio, es el único instrumento real que tenemos para enfrentar las transformaciones que el país requiere.
En consecuencia aquí tenemos la necesidad, por un lado, de mantener con mucha fuerza nuestra vocación transformadora e incluso al interior del gobierno y de la propia Concertación y, por otro lado, mantener nuestra adhesión a la Concertación y a su gobierno, entendiendo que éste cumple pasos, cumple etapas, llena sólo un momento del desarrollo transformador de Chile. Si nosotros pensáramos que la Concertación y particularmente el gobierno del Presidente Frei va a agotar todos los cambios, estaríamos cometiendo un grave error político e histórico. Es más, yo creo que el gobierno de Ricardo Lagos tampoco va a agotar todas las perspectivas de cambio que Chile requiere. En consecuencia, creo que tenemos que recuperar esa visión de “proceso” para que realmente podamos entender tanto las limitaciones de la coyuntura como su propia potencialidad. Creo que captar eso en cada momento y lugar evita caer en dobles discursos, o discursos derechamente contradictorios.
- En esta falta de una idea de “proceso”, no crees que subyace una falta de encuentro real y profundo del PS con una visión gradualista, reformista de la política…
- Bueno, cuando al comienzo de la entrevista hablábamos de recuperar una visión estratégica del quehacer partidario, tal vez sea bueno aclarar que no estábamos pensando en recuperar, como en el pasado, una visión “finalista” de la sociedad y de la historia. La experiencia nos ha enseñado que las grandes metas históricas se van construyendo a través de políticas concretas, en el día a día. Es imposible hacer política en una democracia sino es ésta una política gradualista, reformista. Por eso debemos mirar con un sentido de “proceso histórico” cuáles serán las tareas que podrá abordar un gobierno de Lagos. No podrá hacerlo todo, pero algunas cosas sí, y ello es valioso. Probablemente a algunos no les gusta esta política de “escaleras cortas para llegar al cielo” – como decía Clodomiro Almeyda -, y siguen concibiendo la política como un acto único, revolucionario, tipo asalto al “palacio de invierno”, donde de una sola vez y para siempre se solucionan todas las contradicciones y problemas de una sociedad.
En un reciente texto que he leído se desarrolla la tesis que los grandes cambios progresistas que han perdurado en la historia han sido el fruto de cambios graduales, mientras las rupturas violentas han conducido a transformaciones que han perdurado muy poco. Tal vez es cosa de ver lo que ha significado para Europa occidental la acción reformista de los partidos socialistas, y lo que ha quedado en Rusia de la revolución bolchevique, para darse cuenta que hay bastante de cierto en esa afirmación.
- No crees que para enfrentar el futuro que se nos viene hace falta un PS que salga del “rincón”, que interlocute con todos los sectores, que articule propuestas, un PS con menos complejos para hacer política…
- Pienso que el Partido debe recuperar, y aspiro que sea uno de los sellos de mi gestión, su capacidad de interlocución con todos los sectores de la sociedad. El Partido desde su fundación en 1933 tuvo una gran capacidad para articular visiones nacionales, desde su particular ubicación como partido popular y de los trabajadores. Esta responsabilidad nacional que el Partido siempre tuvo lo llevó a jugar un rol de articulación y diálogo con los estudiantes, os profesionales, incluso con las Fuerzas Armadas. Si Lagos es el futuro Presidente de Chile, el PS tiene que pensarse a sí mismo con un rol diferente dentro e la coalición. Y ello supone responsabilidades mayores, mayor capacidad de diálogo y representación nacional. No debemos temer a abrirnos a un diálogo con los empresarios, por ejemplo, ni a construir una nueva etapa de relaciones, más allá de nuestras diferencias sobre el pasado, también con las Fuerzas Armadas.
- No encuentras que hoy el PS está reducido en sus funciones a la selección de candidatos para elecciones populares, a aportar cuadros para las tareas de gobierno y dar algunas opiniones sobre la coyuntura política, pero que otras importantes tareas vinculadas a su rol de “intelectual colectivo” se han ido desdibujando…
- Pienso, por ejemplo, que el PS ha perdido en este tiempo una tarea que era bien significativa: la formación política. Yo pertenezco a una generación que básicamente se metió al Partido Socialista por esta función, porque encontrábamos que era el espacio en donde podíamos compatibilizar adecuada y creativamente nuestra formación estudiantil – ya sea secundaria o universitaria – con una formación política más de fondo.
Hoy el Partido Socialista no está formando a su gente, no es un lugar de reflexión, no está constituyendo un espacio de debate ideológico del tipo que tuviéramos durante la década no solamente del 60, sino que durante las décadas del 40 y 50 también.
No es casual que la mayor parte de nuestros líderes hayan sido de una solidez ideológica espectacular. No conozco líderes del Partido que no hayan sido personajes capaces de hacer una lectura muy omnicomprensiva de la realidad histórica que vivía nuestro país, América Latina y el mundo. Eso lo hemos ido perdiendo notablemente, tal vez producto del fenómeno de la dictadura y luego de la transición los partidos se han vuelto ultra pragmáticos…
- Cómo se supera esta pérdida de espesor intelectual y cultural del Partido. Esta capacidad de irradiar y de ser un foco de atracción para el mundo de las ideas, de la cultura y de la sociedad en general. No parece muy estimulante para un ciudadano/a normal ir a meterse a un local partidario después de la seis de la tarde…
- En la década del 30 el Partido Socialista creó en Chile las llamadas Casas del Pueblo. Eran lugares muy vivos donde se discutía y había mucha efervescencia social y cultural. El tema ahora es cómo transformamos los locales partidarios – claro que para eso tenemos primero que recuperar varios de ellos – no sólo en el lugar donde nos reunimos a debatir las urgencias del momento político, sino un espacio de recreación político-intelectual de todos los militantes; un lugar donde el artista se sienta tranquilo y cómodo y encuentre un espacio de libertad para desarrollar su capacidad creativa; donde el joven sienta que la socialización que está recibiendo en el colegio – mala o buena –puede continuarla en el Partido sin que se produzca ese salto brutal que hoy existe, donde el joven cuando sale de las aulas, ya sea universitaria o secundaria, y llega al local del Partido se le produce un trauma parecido a estar saliendo nuevamente poco menos que del útero materno porque se mete en un lugar donde los códigos no los entiende, donde hay una cosa críptica muy difícil de captar para cualquier persona.
En fin, yo creo que ayudaría a recuperar esta capacidad de convocatoria del Partido si transformamos nuevamente sus locales en este viejo concepto que tuvo el Partido Socialista en la década de los 30 con las Casas del Pueblo: un lugar donde se hacía deporte, donde los socialistas salían a pintar las casas de la gente más humilde, donde los militantes se organizaban en brigadas para ir a resolver los problemas sanitarios en las poblaciones, donde habían mesas de ping-pong y de billar.
Creo que estamos en condiciones nuevamente de repensar la actividad del Partido Socialista a partir de su entorno físico, repensar los locales partidarios como espacios ciudadanos abiertos.
- Tu elección como Presidente del PS estuvo marcada por una ardua disputa interna entre cuatro tendencias. Cómo ves la gobernabilidad interna del PS en el próximo período
- Creo que el Partido Socialista empezó a vivir, a partir del último tiempo, su tercera etapa de desarrollo, si uno mira la etapa de los 80 fue marcada por una profunda división que culminó con la unidad del 90; la segunda etapa es la de cristalización creciente, mucha veces lenta, de la unidad. Creo que estamos ahora en una etapa en donde la unidad está cristalizada, está consolidada en un alto porcentaje.
Esta tercera etapa estará marcada por el desafío político de proyectar un tercer gobierno de la Concertación encabezado por Ricardo Lagos. Veo una gran movilización partidaria en torno a las primarias, luego a la elección presidencial del 99, y posteriormente todo lo que significa las responsabilidades y desafíos del nuevo gobierno, con el significado que para nosotros tiene que éste sea encabezado por Ricardo Lagos. Estos grandes desafíos debieran favorecer la superación del actual cuadro tendencial, que tuvo sus orígenes en la división del los 80, y en la fase de cristalización de la unidad, pero que en este nuevo período no considero que se justifiquen suficientemente, por lo menos en la misma forma que hoy existen.
Creo que los próximos acontecimientos van a abrir una dinámica interna que genera las condiciones – si existe la real voluntad política de las actuales tendencias, y yo manifiesto decididamente la mía -, para superar el actual cuadro interno y pasar a una situación de mayor fortaleza institucional, donde los temas políticos pasen a reordenar las opciones internas.
Pienso que esta dinámica debiera arrastrar también a las direcciones intermedias, donde todavía se vive, por o general, en la segunda etapa, marcada por la desconfianza y estos agrupamientos tendenciales cerrados.
- Y cómo debiera ser a futuro la realidad partidaria interna, cómo debieran procesarse las diferencias… porque tendencias en el PS han existido desde su fundación
Bueno, no creo que las tendencias vayan a desaparecer de inmediato, pero debieran perder cualquier rasgo fraccional y pasar a constituir corrientes de opinión. La diferencia entre ambas no es menor. Las fracciones son agrupaciones permanentes dentro del Partido, con una disciplina interna, inmunes a los debates políticos porque siempre prima el interés del grupo y, se quiera o no, terminan por constituirse en un partido dentro del partido. Las corrientes de opinión en cambio son agrupamientos circunstanciales, vinculadas a los procesos congresales o eleccionarios del Partido, que se estructuran en torno a plataformas políticas y que no desarrollan una disciplina superior a la propia institucionalidad del Partido. Creo que el Congreso de Concepción fue una reacción intelectual y hasta visceral contra las tendencias en general y, particularmente, contra estos rasgos fraccionales a que me he referido. Esa es la lección y el mandato del Congreso de Concepción. Espero que mi gestión signifique un aporte a la configuración de una forma distinta de vivir internamente la vida partidaria y de procesar sus diferencias. Los desafíos del país nos obligan a tomar nuevos rumbos a todos. Yo seré Presidente de todos los socialistas y trabajé por la superación de las actuales tendencias, ese es mi compromiso y en eso creo representar el sentido profundo de la gran mayoría de la militancia socialista.
*Entrevista estructurada a partir de una conversación del Presidente del Partido Socialista con Antonio Cortés Terzi y Ernesto Águila.