Sección: Internacional: Reordenamientos y transiciones globales
Seguridad, identidad e incertidumbre en la agenda global
Francisco Olea
“la realidad con la que calibramos todas las ficciones, no es más que el referente universalmente garantizado de una ilusión colectiva”
(Pierre Bourdie)
Indiscutiblemente las prácticas sociales de la vida social moderna están constantemente reformadas a la luz de la información de estas mismas prácticas, así entonces, vemos cómo se altera su carácter constituyente. Nuestros mundos están totalmente conformados a través de un conocimiento aplicado de manera reflexiva, pero a la vez, no estamos seguros de que no serán re-pensados y re-interpretados algunos elementos de esos aspectos.
A pesar de lo anterior, las grandes formas legendarias y míticas nos obsesionan, la seguridad y certezas, la identidad que la vida moderna da a los seres humanos constituyen, entre otros, aspectos centrales del Desarrollo, la Equidad y la Democracia.
Globalización, identidad(es) y persona(s)
Las principales características de los cambios epocales que desarrolla la humanidad están impulsados por dos procesos: la innovación tecnológica y la economía capitalista. La nueva plataforma tecnológica de la informática, de las telecomunicaciones y biotecnología ha potenciado un nuevo sistema productivo capitalista y de mercado, el que se ha expandido a nivel mundial. Sin embargo, mientras la globalización redimensiona el proceso de globalización, en los extremos la subjetividad es afectada por una tendencia secular que impulsa un segundo rasgo, la individualización, en cuyo vínculo social está la reformulación de las identidades locales.
En términos gruesos las características básicas de este proceso las podemos encontrar en los siguientes ámbitos:
• la contracción del espacio en la frase, el mundo es uno,
• la contracción del tiempo, en donde se aceleran los ciclos productivos,
• la porosidad de las fronteras,
• la rama de redes,
• los procesos de globalización brindan oportunidades a la cooperación internacional,
• la importancia de lo local, y
• finalmente, la globalización no es un proceso automático.
En esta línea de reflexión es interesante citar a Peter Wagner quien señala: “...se sobreestiman las repercusiones homogenizadoras de la globalización y se pasa por alto la creación de nuevas estructuras por debajo de los niveles globales. Se subvaloran, asimismo, en lo concerniente a la individualización, las capacidades de acción colectiva de los hombres cuando se asume que están sencillamente expuestos a las tendencias homogenizadoras, sin advertir que existe la posibilidad de referirse de una manera activa a las nuevas reglas y de crear contextos sociales cuando las situaciones cambian”.(1)
Seguridad, riesgo y desarrollo humano
Las profundas transformaciones producto de los crecientes y expansivos procesos de modernización de la sociedad contemporánea a escala planetaria, han dado un nuevo carácter a fenómenos tan antiguos como la seguridad, el riesgo y la propia incertidumbre.
Una aproximación a esta problemática ha sido el foco de atención del PNUD y su concepto de Desarrollo Humano. Este es entendido como el proceso de ampliación de la gama de oportunidades que las personas disponen para llegar a ser sujetos y beneficiarios del desarrollo. Este concepto pone énfasis en el ambiente social que hace posible un ejercicio estable y seguro de las opciones creadas por el desarrollo humano. La seguridad humana está centrada en el ser humano. Se preocupa por la forma en que la gente vive y respira en sociedad, la libertad con que puede ejercer diversas opciones y el grado de acceso al mercado y a las oportunidades sociales y a la vida en conflictos o en paz. La seguridad humana significa que las personas ejercen libremente esas opciones en forma segura y libre, y que pueden tener relativa confianza en que las oportunidades que tienen hoy no desaparecerán totalmente mañana. (2)
Las coordenadas de la vida social se relacionan con las seguridades para el desarrollo pleno de los individuos, su fundamento es de carácter antropológico. La especie humana tiene una textura esencialmente abierta. Los seres humanos necesitan crear certezas como condición de existencia y la propia sociedad es el espacio donde a través de la sociabilidad, el despliegue de los vínculos cotidianos se sustentan en el mutuo reconocimiento de saberes, identidades e intereses.
Así las certezas del mundo social, frente a los desafíos históricos, no son ni pueden ser absolutas. Están en permanente cambio, con grados mayores o menores de velocidad y profundidad según el ámbito de certeza. Un cambio climático sostenido puede impactar profundamente a una comunidad (alterar sus hábitos alimenticios, su vestuario, su imagen del mundo y con ello su propia percepción de la humanidad), es decir, alterará aquellos aspectos que constituyen las certezas mediante las cuales construían sus relaciones sociales.
En este horizonte conceptual, surgen dificultades de vivir en una cultura secular de riesgo, en donde se acentúan las elecciones y los estilos de vida. Lo anterior, y para efectos del análisis tiene dos consecuencias inquietantes:
Primero, se alienta un clima general de inseguridad para las personas, entre un discurso y práctica disociada; y
Segundo expone a todos a una diversidad de situaciones de mayor o menor riesgo social que podrá afectar el núcleo mismo de la identidad individual.
Pluralidad de opciones futuras
La construcción de identidades es la fuente de sentido y experiencia en estos tiempos. Los actores sociales y sus atributos culturales, están en permanente tensión y contradicción, así también sus formas de representación y la propia acción social que desarrollan. Para cada individuo o actor colectivo, puede existir una múltiple gama de identidades.
Conocer y valorar la(s) identidad(es) pasa a ser uno de los trazos importantes en la construcción de seguridad en las personas, en donde sus rasgos y trazos a considerar son, entre otros aspectos, los siguientes:
• identidades construidas,
• pluralidad de identidades,
• identidades flexibles,
• circulación planetaria de las identidades,
• identidades de resistencia, de proyecto, y legitimadoras.
Así entonces, para la naturaleza de la vida social, la cultura, y las agendas temáticas, debemos incorporar en la retina social y política una nueva relación entre las identidades, los riesgos e incertidumbres de la vida moderna. Estas variables tienen hoy un peso, intensidad y volumen mayor a la hora de fijar programas y acciones. Lo anterior, solamente tendrá sentido, si somos capaces de entender el carácter abierto y plural de los acontecimientos futuros.
Notas
1) “Sociología de la modernidad, 1995”.
2) PNUD, “Informe Mundial de Desarrollo Humano, 1994.