Sección: La Transición en Chile: Su devenir y sus temáticas

Unidad Socialista

Osvaldo Puccio H.

AVANCES de actualidad Nº 1
Septiembre 1989

En la situación política chilena actual la Unidad Socialista aparece, a todas luces, como una necesidad y esto en, a lo menos, dos sentidos. Primero, está llamada a cubrir una carencia del movimiento popular, de los trabajadores y de la izquierda; y segundo, el desarrollo político-social chileno muestra una tendencia hacia la unidad por lo que todo indica que la Unidad Socialista se consolidará más allá de la voluntad subjetiva de algunos actores de esta unidad. Las fuerzas políticas e ideológicas que están llamadas a concurrir a ella no se encuentran en condiciones reales de oponerse a su realización, y más bien, están llamadas a influir de manera más o menos determinante en que esta unidad ocurra de buena manera, y si de todos modos se va a dar, es preferible que salga bien y no mal.

NUEVOS TIEMPOS

El problema, a nuestro juicio, debe ser encuadrado de la siguiente manera. Una línea argumental para la Unidad Socialista es el sinnúmero de acuerdos, propuestas y declaraciones que han surgido de todos – sin excepción – los partidos y organizaciones que alegan para sí el carácter de socialistas. La otra, sin embargo, más sustantiva, es observar las tendencias generales del desarrollo del movimiento popular democrático y revolucionario a nivel mundial y nacional, sea en el plano teórico-ideológico como en el orgánico y político.

Al mismo tiempo esta tendencia unitaria viene a dar cuenta de las nuevas condiciones que se abren en Chile al concluir la dictadura e iniciarse un complejo proceso de transición política en que se debatirán opciones diversas para el desarrollo de nuestra sociedad. Sin duda el carácter, el ritmo y la profundidad que adquiera ese proceso de transición dependerá de manera importante del papel que decida y pueda jugar la izquierda y ella a su vez estará signada por la fuerza y la conducta de los socialistas.

No es el caso en este artículo entrar a debatir las causas (y sobre los causantes) de la división socialista en 1979. Valga tan sólo afirmar que ella fue resultado, en última instancia, de la profunda crisis que se generó en la izquierda chilena a partir de la derrota de 1973 (crisis por lo demás que ha tocado a todas las organizaciones populares en Chile y que los socialistas resolvieron de esa manera). También lo fue el agotamiento a nivel global de una forma de organización política que surgió en el marco del diagnóstico de un pronto colapso del capitalismo y no dio cuenta de la capacidad de consolidación e influencia de éste en la realidad nacional.

Afirmamos que, vistas así las cosas, la Unidad Socialista no puede ser planteada simplemente como la reunificación formal de aquellos sectores que se separaron a partir del 79, sino, por el contrario, como la reconstitución de una organización política partidaria que debe dar cuenta no sólo de la historia y tradiciones de lucha de los socialistas y de los otros actores de la izquierda, sino y por sobre todo, de la necesidad del urgente surgimiento de un Partido que conjugue los cambios y las experiencias en el socialismo mundial, el nuevo impulso de las fuerzas productivas en el capitalismo, las singulares condiciones de tránsito a la democracia en Chile, la necesidad de una izquierda que en las nuevas condiciones sea actor protagónico en Chile con el diseño de un gran proyecto nacional de mayorías – que irá por tanto mucho más allá del socialismo -, en que se vincule la conquista, ampliación y profundización de la Democracia en el cambio social revolucionario.

La búsqueda de esta vinculación entre democracia y cambio social es hoy común a todos aquellos que asumen la teoría y la práctica revolucionaria no como una relación conservadora con el propio pasado. Y esto es lo que demuestra, desde luego, el proceso de cambios en la URSS y la profunda discusión teórica de los distintos destacamentos populares a nivel mundial.

TRANSFORMAR LA IZQUIERDA

El proceso de Unidad Socialista ha de ser visualizado como un impulso desde la izquierda por superar la derrota de que fue víctima el 73, y el consiguiente arrinconamiento y desarticulación de su realidad política. La izquierda chilena ha sido históricamente un actor central de los procesos políticos y eso fue resultado de su capacidad de comprender y vincularse con los procesos políticos y los niveles de desarrollo ideológico y de conciencia reales, lo que evidentemente ha tendido a perderse en estos años.

Rearticularse en la política y ser protagonista del movimiento de masas es hoy ser partícipe de los anhelos de cambio democrático en las condiciones actuales, con la correlación de fuerzas actual, con el nivel actual de expectativas de las masas – esto es de millones de chilenos y no sólo de los miles orgánicamente vinculados a los partidos -. Se trata en fin, de ofrecer alternativa democrática inserta y comprometida con el proceso de transición a la democracia, que rompa con la imagen de división y dispersión y que dé cuenta de las necesidades de conducción del vasto número de chilenos organizados y, por sobre todo, de los no organizados.

Esto hará posible hegemonizar desde el socialismo un proceso de transformación en la izquierda que supere el simple testimonialismo que lleva al encapsulamiento y al conservadurismo que se ata al propio pasado y a esquemas ideológicos y teóricos que la práctica misma ha ido superando en las fuerzas revolucionarias más avanzadas que están el poder o que luchan por conseguirlo. Esta izquierda revitalizada es la única que estará en condiciones de colocar con fuerza efectiva los intereses de los trabajadores en el centro del proceso de transición, porque las “declaraciones de principios” y los “programas”, por más radicales que sean, no constituyen por sí solos esa fuerza. Esta izquierda es la que debe articularse en una dialéctica de unidad y lucha con las fuerzas de centro para ir elaborando un Gran Proyecto Nacional que haga imposible la regresión autoritaria y que le dé sello a esa alianza.

NUEVO TIPO DE PARTIDO

El socialismo se constituye así efectivamente en un partido de nuevo tipo, distinto a aquel en que esa característica estaba dada por el culto vacío a ciertas formalidades orgánicas. Un partido nuevo que asuma el contenido de la propuesta de los clásicos constituyéndose en el nuevo tipo de partido que la sociedad chilena requiere hoy para rearticular la izquierda y reinsertarla en la sociedad, conformar una fuerza política con capacidad de mayoría – por tanto con capacidad de articular opciones diversas y plurales -, con clara vocación de poder. Es decir, un partido que conduzca, con una nítida capacidad de determinar el carácter de la transición, la amplitud de la alianza y la orientación de la democracia hacia su propia plenitud cual es el socialismo.

De este modo los socialistas chilenos estaremos dando cuenta de manera propia y singular de la demanda de los trabajadores por una organización que los ponga en el centro del proceso político chileno, lo que no es otra cosa que retomar y hacer realidad el legado de Salvador Allende.