Sección: Internacional: Reordenamientos y transiciones globales

Zapatero: cultura y política en el nuevo ciclo español

César Yáñez

www.centroavance.cl
Mayo 2004

En las primeras semanas del nuevo gobierno socialista español de Rodríguez Zapatero se han dejado ver formas y señalas que permiten hacer un primer análisis sobre la relación entre política y cultura, que ilumina lo que podrían ser los méritos del nuevo equipo de gobierno y los riesgos que éste asumirá en el futuro. No sería razonable hablar aquí sobre evaluación de desempeños o de políticas públicas específicas, ha transcurrido demasiado poco tiempo.

Cabe decir de antemano, que en política las formas importan. Que lo que le resulta significativo a las personas que delegan el gobierno a los políticos no es únicamente el resultado final de la gestión de lo público, sino que también esperan de los gobernantes unas acciones de pedagogía ciudadana que se materialicen en la institucionalidad informal de la vida colectiva. Me estoy refiriendo a ese conjunto de usos y costumbres formados por las tradiciones culturales y que tienen la fuerza de los consensos explícitos sobre los que gira el ejercicio de la ciudadanía.

Probablemente fue en ese ámbito en el que el Partido Popular de José María Aznar tuvo un fracaso estrepitoso y donde perdió el gobierno, más que en sus políticas específicas sectoriales (aunque también en algunas de ellas), y lo que provocó que su vicepresidente económico, Rodrigo Rato (hoy primer hombre del FMI), se retirara de la manifestación de Barcelona después de los atentados de Madrid diciendo: “¡Tanto nos odian!”. El gobierno de Aznar violentó la cultura política de diálogo y consensos que se había fundado en la transición española, transmitiendo con ello la imagen de un partido que no respetaba la cultura política informal de la democracia, tal y como la querían los ciudadanos.

Rodríguez Zapatero, por contraposición, detectó tempranamente que allí radicaba la debilidad del gobierno del Partido Popular. Su oposición a Aznar fue criticada en ocasiones por parecer demasiado “blanda”, incluso su campaña electoral sin ataques personales al contrincante y con oferta de diálogo a todos los partidos sin exclusión generaba dudas. Pero hay que reconocer hoy que el nuevo líder del socialismo español acertaba en su análisis: lo que resultaba más odioso del PP era la crispación política que había instalado en su forma de hacer gobierno, encapsulado en La Moncloa sin atender a los problemas que la sociedad consideraba propios y de urgente atención. La política de Aznar sobre la guerra de Irak, no era más que la versión internacional de esa misma cultura política heredada del caudillismo español más rancio, por no decir directamente del franquismo.

La primera señal de Rodríguez Zapatero, incluso anterior a la asunción de sus responsabilidades, fue la formación de un gobierno paritario, formado por ocho mujeres y ocho hombres. Con lo que dio una señal clara de que cumpliría con sus promesas electorales, a la vez que recuperaba el retraso con que las mujeres habían tomado responsabilidades de gobierno en España, país donde la mujer tiene altos grados de integración en el mercado de trabajo y fuerte protagonismo social. Este tema es importante para la cultura política informal de España, en la medida que los nuevos roles de la mujer en una sociedad moderna está provocando un incremento constante de las víctimas de la violencia doméstica.

La segunda señal de importancia, la dio la negociación parlamentaria que antecedió al Debate de Investidura en el Congreso. Los socialistas, aunque tenían una mayoría holgada de diputados electos, no estaban en condiciones de alcanzar la mayoría absoluta para que Rodríguez Zapatero fuera investido como Jefe de Gobierno en primera votación. A pesar de lo cual, las minorías de izquierda con representación parlamentaria y partidos nacionalistas de diferentes regiones votaron favorablemente.

Solamente el Partido Popular votó en contra, poniendo el evidencia su aislamiento político. La capacidad de diálogo e interlocución del nuevo gobierno es mucho mayor que el del anterior, anunciando una renovada vitalidad a la actividad parlamentaria como depositaria efectiva de la soberanía democrática.

Una vez iniciada la gestión de gobierno, el primer Consejo de Ministros extraordinario tuvo un enorme eco internacional, ya que Rodríguez Zapatero decidió retirar el apoyo de España a la guerra de Irak, ordenando el más pronto retorno de las tropas españolas de ese país. Se temió una reacción fuerte por parte de Estados Unidos, pero el acertado manejo de las relaciones internacionales de Moratinos (nuevo Ministro de Asuntos Exteriores), consiguió que Alemania y Francia dieran respaldo al gobierno español, que Honduras y República Dominicana secundaran a España y que incluso Polonia (el mayor aliado de Bush en Europa, después de la derrota de Aznar) anunciara que revisaría su política respecto a la intervención en Irak. La señal fue lo suficientemente fuerte como para que la entidad financiera catalana más fuerte del país, “La Caixa” (con importantes participaciones accionariales en Telefónica, Endesa y Repsol), anunciara su salida del consorcio empresarial para la reconstrucción de Irak. La popularidad de esta decisión representa un crédito que Rodríguez Zapatero deberá cuidar mucho de no dilapidar.

El viernes 23 de abril se reunió por primera vez el gabinete socialista en sesión ordinaria, la coincidencia favoreció que ese mismo día se entregara el Premio Cervantes, especie de Nobel de la literatura en lengua española. Ese día, para más coincidencias, la tradición catalana manda que se celebre Sant Jordi (patrono nacional de Cataluña) con regalos de libros y rosas rojas. Aprovechando la ocasión, Rodríguez Zapatero que aunque es leonés conoce bien de las tradiciones catalanas (es el primer Presidente de Gobierno español seguidor del Barça), regaló a todos los/as miembros de su gabinete un libro de poemas de Gonzalo Rojas ilustrado por Roberto Matta, ambos reconocidos “allenderos” que no es lo mismo que “allendistas” en palabras del premiado poeta chileno. Algo está cambiando en la manera de hacer política en España cuando los ministros son invitados a leer poesía y cuando el poeta es un “allendero” confeso.

Más allá de las formas, y de que las formas en política importan, como ha quedado dicho. La nueva ministra de cultura ha tomado una iniciativa que se tiene que leer como una señal para navegantes: para potenciar el consumo de bienes culturales ha decidido bajar el IVA a los libros hasta el mínimo del 1% (estaba en el 4%) y de la música en CD al 4% (antes 16%), con lo que llega a España la idea antes impulsada por los socialista franceses de que existe una “excepción cultural”. En el fondo, lo que se está diciendo sin ambigüedades, es que frente al mercado no todos los bienes y servicios son iguales y que tiene que haber un trato discriminatorio positivo con la cultura. Una decisión sobre la cual el progresismo chileno debiera tomar nota.

La cultura es sensible a la política en dirección biunívoca, por que es un vínculo de calidad entre la sociedad y los políticos que reciben la delegación del poder y por que los líderes políticos forjan la cultura política sobre la que reposa la responsabilidad social de la democracia. Con la promoción de los valores culturales, mediante el ejercicio de la excepcionalidad cultural, no se ataca al mercado, todo lo contrario: al forjar sociedades cohesionadas se mejoran las instituciones informales facilitadoras del cumplimiento de los contratos, se mejora la aceptación de las reglas del juego democráticamente definidas y se construye la ciudadanía social.

Todos ellos elementos indispensables para un buen funcionamiento de la economía de mercado con bajos costos de transacción.

El desafío del gobierno socialista recién estrenado en España es grande, goza de un amplio respaldo social y de una severa oposición parlamentaria representada por el PP de Rajoy y Aznar. El primer examen de la opinión pública lo enfrentará el próximo 13 de junio, cuando los 25 estados europeos elijan a sus europarlamentarios. Si ganan los socialistas españoles, el gobierno de Rodríguez Zapatero reforzará su legitimidad; pero si son derrotados, el PP se sentirá fuerte como para reclamar una oposición dura, tan dura como fue su gobierno de en la época de Aznar.