Sección: Partido Socialista: Recomposiciones y debates

Conversación con Osvaldo Puccio

Marcia Martínez J.

Avances Nº 38
Diciembre 2000

Lo que hasta hace unos días circulaba como rumor ya está confirmado: eres candidato a la Presidencia del Partido Socialista. ¿Eres candidato en serio o estás amenazando para entrar en negociaciones? Te lo pregunto porque como el PS es tan suspicaz, hay gente que piensa que tu candidatura no tiene nada que hacer frente a la fuerza de los candidatos que levanten las tendencias.

- Hay que tener claro que el Partido Socialista ya no elige a su Presidente, éste se elige por acuerdo del Comité Central. Lo que había sido una prerrogativa del conjunto de los militantes nuevamente fue restringido a un grupo de compañeros.

Respondiendo a tu pregunta. Luego de haber recorrido un sinnúmero de regionales y haber conversado con muchos compañeros, estoy cierto que puedo contribuir desde la dirección, desde la conducción del Partido, a generar un gran cambio, a abrir una nueva etapa de nuestra organización que signifique la superación de un tipo de política que hoy día está definitivamente agotada. De grupos tendenciales y ensimismados que han ido perdiendo – si alguna vez la tuvieron – toda relevancia y contenido teórico, ideológico, conceptual, político, para convertirse más bien en agrupaciones de solidaridad, de complicidad, de negociación con respecto a los temas del poder más desnudo.

Pero no puedes desconocer que las tendencias jugaron un rol que no fue irrelevante.

- Claro, las tendencias al momento de la unidad del Partido jugaron un cierto papel articulador y ordenador de la política interna. Pero los socialistas tenemos una formación teórica que entiende el cambio como lo fundamental en los procesos políticos y claramente esas mismas tendencias se han ido agotando porque ha cambiado la política, sus formas y muy claramente las exigencias que la sociedad pone a los partidos.

Cuáles son a tu juicio los síntomas de ese agotamiento

- Una demostración de ello es que el Partido se siente contento con el 10%, con el 11%, con el 12% en los procesos eleccionarios. En todos los países más avanzados política, cultural, civilizatoriamente la opción del socialismo contemporáneo supera el 20%. Ello significa agrupar en una sola fuerza a los que estamos dispersos, sobre todo hacer una gran propuesta de cambio progresista. Me parece que nuestro Partido prácticamente sólo tiene opiniones que se refieren a su propio pasado, no tiene opinión sobre los temas relevantes del país en el presente y, sobre todo, acerca de los temas relevantes hacia el futuro.

Es un Partido que convoca pasiones y emociones a aquellos que estábamos conscientes ante del 73, pero tengo serias dudas que convoque esas mismas pasiones y emociones en aquellas nuevas generaciones que no vivieron ese período.

Entonces tenemos, un Partido que se contenta con poco, que ha ido abandonando los sectores más dinámicos de la sociedad, los nuevos sectores asalariados, de trabajadores, de productores en las nuevas áreas de la economía, de la creación de riqueza, de la cultura. Por lo tanto, es un Partido que se ha ido autoimponiendo una marginalidad social que hoy es necesario romper. Tenemos que ampliar, crecer, profundizar como un partido político de propuestas.

Cómo se logra el objetivo de ser un partido de propuestas.

- Aunque parezca paradojal, para lograr ese propósito hay que politizar el partido. Esto es reponer los temas de la sociedad, los temas que ocupan y preocupan a los sectores populares, a los trabajadores, a aquellos sectores más desposeídos y desmejorados que son los que nosotros estamos llamados a representar y nos sentimos con vocación de representar.

Indudablemente eso pasa por dejar de ser un partido autorreferencial. Cuáles son tus propuestas para revertir tal situación.

- Respecto al Partido creo que es necesario, urgente, vital para que el partido pueda ser sujeto efectivo del cambio y del progreso y de la reforma social en Chile, como ya lo hemos dicho, debatir los temas de la política, de la sociedad, de las personas. Segundo, generar mecanismos para que este debate se haga no sólo a su interior, sino en y con la sociedad, en y con aquellos que se sientan cercanos a esta opción popular y de cambio. Tercero, es necesario que los socialistas pensemos con mucha seriedad en el tipo de la organización y la forma cómo hacemos la política y cómo organizamos el Partido.

Ahí me puedo imaginar claramente grados mucho mayores de descentralización, de mayor protagonismo de las regiones en la dirección partidaria que son hoy indispensables. Nosotros deberíamos convertirnos, por ejemplo, en los campeones de la regionalización de Chile y en eso debemos ir con el Partido no un paso atrás, sino varios pasos adelante con respecto a lo que la institucionalidad democrática en Chile se ha ido dando.

Podemos pensar cómo abrimos el partido a distintas inquietudes y temas en los cuales puedan participar personas que sin tener militancia están dispuestas a trabajar con nosotros en hechos puntuales que tienen que ver con necesidades de la gente, que van desde formación o promoción de lugares para hacer deporte, temas municipales, temas de medio ambiente, etc. Ahí el partido tiene que mostrar una gran flexibilidad en su organización y en su convocatoria.

Creo que es muy importante adecuar los lenguajes, los mensajes, las reflexiones a los distintos espacios y niveles en que nos movemos, eso tiene que ver con la juventud, con los trabajadores, con los sectores sociales en el sentido que nosotros deberíamos ser el camino a través del cual haya un mucho mayor protagonismo, como ya decía, de los sectores populares, lo que en el último tiempo ha dado en llamarse “la gente”. Sectores que están, en lo sustantivo, fuera de toda forma de participación y protagonismo. Ello fundamentalmente producto de la herencia, a las finales más severa y más permanente de la dictadura: el haber reoligarquizado Chile, el haber hecho de Chile un país tan oligárquico como lo era antes de los años 20, donde los mismos son dueños del poder del dinero, la ideología, la fuerza, la fe. Quizás con una diferencia con respecto a esos años, los sujetos, las organizaciones, los partidos que deberían sentirse llamados a romper ese cerco oligárquico carecen de programas, ideas y propuestas que enfrenten y se confronten con esa hegemonía y busquen reponer de modo efectivo la presencia y el protagonismo de los sectores excluidos, proponiendo medidas que privilegien económica, social, políticamente la igualdad, la movilidad social. En términos principalmente culturales confrontar este país que se ha hecho más clasista, más segregado, más siútico.

Tú has hablado de una “nueva etapa”

- En esa propuesta que te señalaba el Partido está llamado a jugar un rol muy relevante y central. Para eso es necesario cerrar lo que ha sido una etapa exitosa del Partido en consolidar una transición difícil, en establecer una complicada transición a la democracia y hay que abrir en el partido – y eso significa en sus propuestas políticas, en su dirección, en su composición, en su convocatoria, en su vocación de ser crisol de la refundación de la izquierda – una etapa nueva y distinta que haga del Partido la fuerza del socialismo contemporáneo, teniendo en cuenta que el PPD, con el cual tenemos un tramo de historia en común, ha ido optando por ser cada vez más un partido liberal progresista, por lo tanto, un partido muy distinto en su concepción de la vida, en su cosmovisión, en su forma de aproximarse a los problemas, en su forma de ver y pretender el protagonismo de los sectores más postergados.

Creo que la vocación central del partido en tanto partido, más allá de su actividad de apoyo e impulso al gobierno, de su compromiso sustantivo con la Concertación, es tener claro que nuestra responsabilidad es ser el Partido de y para todos aquellos que en Chile se sienten de izquierda y eso no significa encerrarse en la izquierda, sino desde la izquierda abrirse al conjunto de la sociedad, que este mensaje sea entendido cada vez por sectores más amplios de la sociedad como mensajes que, desde una perspectiva singular, procuran el bienestar del conjunto.

Discrepo de la idea que hay que ir vaciando de contenido al Partido para ser mayoría, sino más bien creo que lo que hay que hacer es ir enriqueciendo esos contenidos, hacerlos comprensibles y más firmes para que la mayor cantidad de chilenas y chilenos perciban que nuestro mensaje es favorable a ellos, que contempla de manera sustantiva sus intereses, pero que además tiene un muy especial perfil y una propuesta distinta a la de los otros.

En este sentido creo que cometeríamos un gran crimen con pensar que porque a la propaganda de Lavín le ha ido bien, entonces todos nosotros tenemos que disfrazarnos de Lavín. Lavín es exactamente lo contrario a lo que nosotros queremos como país, Lavín representa a la derecha, representa a aquellos sectores que están tradicionalmente porque sean unos pocos los que tengan el poder y unos muchos que simplemente vivan bajo el.

La derecha debe tener legítimamente un espacio democrático en Chile, son intereses que nosotros debemos contemplar porque son legítimos de otros chilenos que deben tener su expresión en el país. Pero no hay ninguna razón para que esos intereses que son de sectores minoritarios que tienen una tradición y un contenido democrático de dudosa condición, que a esos sectores nosotros tratemos de imitarlos porque ahí está lo que nosotros no somos. Ahí está el poder exclusivo y excluyente del dinero, nosotros no somos eso. Ahí está el poder exclusivo y excluyente de la fe conservadora, nosotros no somos eso. Ahí está el poder exclusivo y excluyente de una ideología individualista, mezquina que no entiende que son las mayorías quienes deben ser los sectores protagónicos del país, y nosotros no somos eso. Nosotros somos exactamente lo contrario.

En ese sentido estaríamos bien aconsejados, iríamos por el camino correcto si afirmamos nuestra propia identidad, nuestros propios valores, nuestros propios valores de la sociedad y de la función del Estado como función de los intereses de la mayoría.

Nosotros entendemos que es mejor una sociedad en que haya una mayor solidaridad, que haya mayores espacios colectivos, que una sociedad que sea menos solidaria y que hayan más espacios individuales. Una sociedad que entiende que el goce está más cerca de la cultura, de la inteligencia, del arte que del consumo. Nosotros entendemos que es bueno una sociedad que le dé posibilidades y espacios igualitarios a todos y que no privilegie sólo a unos pocos.

Si nosotros pensamos, por ejemplo, que la Universidad de Santiago donde el 70% de sus alumnos que viene de sectores de ingresos más bien bajos percibe por parte del Estado 700 mil pesos de subsidio anual por estudiante y que la Universidad Católica que tiene un 70% de estudiantes que vienen de sectores altos recibe de ese mismo Estado casi 1 millón 300 mil pesos de subsidio, algo no funciona en esta sociedad, algo está funcionando mal.

Lavinizar la política significa mantener esas cosas tal y como están porque aparentemente así lo ha decidido el mercado, pero aquí no hubo decisiones de mercado, hubo decisiones de Estado para hacer un Chile en donde los ricos tienen mayores privilegios que los pobres, donde a los ricos los subvenciona el Estado y los pobres tienen que rascarse con sus propias uñas.

Ese estado de cosas a nosotros los socialistas nos indigna y yo me temo que nuestro partido está tan preocupado de su vida interna y de cosas que pasaron en el país hace 25 años, que no es capaz de elaborar políticas, programas y acciones para cambiar un estado a todas luces injusto.

Debemos ser un partido con una propuesta que ve en la función pública y en el rol del Estado y de la sociedad organizada, un rol que no nos avergüence y que consideramos fundamental en el manejo de las variables, sean de la generación de riqueza, sean de la promoción y regulación del mercado, sean en el uso social de los bienes colectivos para que, como decíamos, los sectores más desprotegidos, más desprovistos de la sociedad tengan esa protección, tengan esa provisión.

Se escuchan opiniones dentro de la propia Concertación en el sentido que la alternancia en el gobierno sería buena, incluso se insinúa que sería deseable. Qué opinas al respecto.

- Claro, desde luego es buena y es consustancial a la democracia. El problema es que Chile no es un país democrático común y corriente. Como decía, subsiste una concentración oligárquica del poder muy fuerte y por tanto la alternancia no es igual a la alternancia. Si llega la derecha al gobierno cierra nuevamente el circuito de un poder incontrarrestable de los mismos en todas partes. Por lo demás, la alternancia en democracia la deciden los ciudadanos y no es como rotación del voleibol que hay que cambiar por reglamento.

Entiendo que eso significa también repensar la Concertación.

- Claramente estamos, en verdad desde antes de la elección municipal, frente a una disyuntiva muy potente de qué hacer, cómo hacer con la Concertación como alianza y con los partidos políticos en particular.

En términos más generales mi impresión es que en Chile se agotó un modelo que le permitió al país, en los últimos 12 ó 10 años, crecer a un ritmo alto y sostenido y dar un salto importante en la mejora del bienestar de los ciudadanos; disminución – al menos estadística – muy sensible de la pobreza, pero forma de acumulación y desarrollo está agotada.

Hoy hay que pensar e imaginar un modelo de desarrollo distinto que permita mantener el ritmo de crecimiento que tuvimos hasta ahora, agregándole un ritmo mucho mayor de distribución de la riqueza y de satisfacción de los intereses, de las necesidades de los trabajadores, del pueblo, del conjunto de los individuos de la sociedad.

En ese sentido estoy convencido que hay que abrir una nueva etapa en el debate, en la política. No se trata de repensar la Concertación y la política sólo desde los temas de gobierno, sino que pensarla fundamentalmente desde los temas de la sociedad, desde los espacios políticos, económicos, sociales donde se requieren cambios muy profundos.

¿Y en términos más específicos?

- Quisiera desarrollar una idea que puede ser compleja desde el partido pero que es necesario tener en cuenta. La Concertación representa una opción plural, global y distinta de visiones de la sociedad diferentes. Mi impresión es que el desarrollo del PPD en el último período indica que ha hecho la opción por convertirse en un partido liberal, es decir, un partido que le entrega fundamentalmente al mercado, a la espontaneidad del desarrollo social, el conjunto de las soluciones.

Nosotros los socialistas, no somos liberales, creemos que es consustativo al desarrollo social el que haya una acción pública de los actores sociales, del Estado en que se corrija las deformaciones del mercado, pero segundo, que propugne, que estimule el desarrollo que el mercado simplemente y el espontaneísmo del desarrollo social no son capaces de llevar adelante. En esta concepción probablemente, estaremos más cerca del socialcristianismo de la DC, del PR y de sectores socialdemócratas del PPD, que de las opciones liberales de la Concertación.

Para hablar con el lenguaje actual, aquí hay claramente dos formas de modernidad. Una que es la modernidad del mercado y de lo espontáneo y, una otra, que es la modernidad de la acción organizada que vive con voluntad y con visión de conjunto de la sociedad y esto tiene resultados diferentes.

A cuál de estas formas de modernidad se adscribirían los socialistas.

- Es posible que nosotros a través del simple ejercicio del mercado lleguemos a sociedades desarrolladas muy injustas, pero la modernidad no es llegar al umbral de los 10, de los 15 o de los 20 mil dólares de ingreso per cápita.

La modernidad, en opinión de los socialistas, consiste en que las sociedades son más igualitarias, en que hay una mucho mayor movilidad social, en que se tenga acceso a la educación, a la salud, a los servicios básicos todos los ciudadanos independientemente de sus ingresos y que eso lo asegura la sociedad en su conjunto organizada en el Estado.

Lo que algunos llaman anticuado y nostálgico…

- Eso no es ser anticuado ni nostálgico, eso es ser moderno, también es una forma distinta, alternativa de modernidad.

En ese sentido nosotros no deberíamos ser un partido vergonzante, deberíamos ser muy ofensivos para demostrar que no hay ninguna sociedad desarrollada ni moderna en la actualidad que no tenga una actividad central del Estado, que no se caracterice principalmente por grados crecientes de igualdad social, que no tenga canales de movilidad social, de ruptura de las elites de los grupos sociales conservadores que detentan el poder económico y de la cultura, que no tengan mecanismos y caminos para ir copando esos espacios sociales, culturales, económicos y políticos con los nuevos sectores que hoy día objetivamente en nuestro país se encuentran excluidos.

Este debate tenemos que darlo y creo que en ese debate en la Concertación vamos a encontrar, como decía, socios distintos a los socios liberales, que son necesarios y con los cuales tenemos que hacer este camino también juntos en una alianza que debería, democráticamente, caracterizarse por un diálogo y una controversia permanente y una acción común.

Un diálogo y una controversia permanente en los temas de visión de sociedad y una acción común concordada al tener en cuenta que sólo esta alianza le da al país la posibilidad de cambio y estabilidad que necesita.

En este debate los socialistas no debemos ser dogmáticos, nosotros no tenemos ningún hermano siamés en la Concertación. Cuando pensamos la Concertación nuevamente, pensar que esta alianza que cumplió una etapa importante en la sociedad chilena hoy día necesita replantearse temas sustantivos del desarrollo y del cambio social y que también necesita replantearse su propia arquitectura, tanto los equilibrios de fuerza interna como la forma cómo se relaciona con la sociedad.

¿Crees que con ese debate se superarían los problemas por los que actualmente pasa la Concertación.

- Por lo menos ese debate va a dar, sin duda, un espíritu nuevo a la Concertación, porque va a dar un espíritu de mucho más potencia, más vigor, más creativo, un espíritu de diálogo y relación distinto con los ciudadanos, que es de lo que se trata. Un espíritu que va a contribuir a lo que para nosotros los socialistas es lo principal. Nosotros no sólo queremos que en Chile haya grados crecientes de justicia social, sino que queremos que los sectores populares, los sectores de trabajadores y aquellos sectores que no están en el circuito oligárquico que hoy día claramente domina la economía y la cultura de Chile, tengan un protagonismo mucho mayor, que sean protagonistas del desarrollo y del propio desarrollo de la economía, de la cultura y de la sociedad en el país.

Volviendo a tu candidatura, qué bases objetivas tiene una candidatura de esa naturaleza que no está avalada por ninguna tendencia.

- La primera, la fundamental, la única que interesa al final, es la vocación de reincorporar la dimensión política al debate del Partido. Resituar al Partido Socialista como el vocero de amplios sectores de trabajadores, asalariados, populares. Con esto no estoy diciendo sólo los sectores que tradicionalmente representó el Partido, sino en una economía nueva, en una economía de mercado, en una economía abierta como esta, a aquellos sectores que cumplen funciones nuevas desde los asalariados altamente calificados en las nuevas tecnologías, hasta amplias capas de trabajadores de los servicios que tradicionalmente se adscribieron y tuvieron una conciencia de clase media. Eso es lo primero, el tipo de propuesta política y el tipo de sectores que queremos representar.

Segundo, un Partido que esté dirigido en su opinión, en su visión, en su opción básicamente a la sociedad y no a sí mismo, no un Partido autorreferente, autosuficiente y autosufriente como somos los socialistas, sino un Partido que sea capaz de convocar y expresar, hablemos las cosas derechamente, a aquellos sectores que hoy día está convocando la UDI.

Yo no veo ninguna razón para que hoy la derecha sea portadora de una visión crítica de la sociedad actual y, más aún, que sectores de jóvenes trabajadores que recién ingresan a la sociedad y que tienen aspiraciones de vivir en una sociedad mejor y más feliz tengan la sensación – y así lo expresen con su voto – que la que representa y encarna mejor sus aspiraciones es la derecha. Una derecha que por más renovada que aparezca, su función principal es defender este cerco oligárquico al cual hacía referencia hace un momento.

¿Qué razones verías para que estos sectores jóvenes se sintieran hoy representados por el Partido Socialista?

- Francamente no sé qué razones plausibles, que no tengan que ver con la mística del pasado, podría darle a un joven que con mucho esfuerzo terminó una carrera técnica, que vive en un barrio aledaño a Santiago y que quiere encontrar o mejorar su trabajo, tener más espacios de libertad y participación en la sociedad. Un joven que no haya vivido los desgarros que nosotros vivimos y que esté muy presente en esta sociedad, yo creo que, objetivamente hablando, a ese joven el Partido Socialista le ofrece nada o muy poco para hacer un espacio de participación en que él se enriquezca humanamente, que él encuentre pares y que él vea en este Partido un instrumento de cambio social, de mejora de sus condiciones de vida y de transformación de un país como es Chile, que es un país más triste que alegre, más conservador que libertario, más cerrado que abierto.

Otro tema que encuentra partidarios y detractores dentro del Partido Socialista y de la Concertación es el de la globalización.

- El tema de la globalización, de la modernidad y de la internacionalización, no es un hecho de la naturaleza, es un hecho humano y los hechos humanos son influenciados por grupos de hombres y mujeres con visiones, voluntades, intereses y aspiraciones, vale decir, cuando alguna gente, incluida de la Concertación, dice, no hay que oponerse a la globalización; hay que decirles, desde luego que no hay que oponerse, nosotros los socialistas hemos sido en toda nuestra historia la primera fuerza política que estuvo por acabar con las fronteras, somos la primera fuerza política que estuvo por hacer del mundo un mundo más igualitario, un mundo más solidario, un mundo más interrelacionado, un mundo más lejano a lo conservador, desde luego que somos eso.

Pero globalización no es igual a la globalización, aquí hay modelos. Hay un modelo de globalización que desprotege al trabajador, que deja sin amparo a la vejez; que no le da, no le estimula, no le apoya el camino de inserción y desarrollo a la juventud, en un tipo de sociedad globalizada en que sólo hay unos pocos ganadores y muchos perdedores y el único parámetro es el dinero, es la apariencia, el único parámetro es cumplir ciertos requisitos superficiales de status. Claramente ese tipo de sociedad nosotros no la queremos sea nacional o sea globalizada.

A este tipo de sociedad nosotros nos vamos a oponer con fórmulas distintas que existen. Guardando las distancias, si uno mira el modelo de sociedad hoy imperante en Europa, modelo de sociedad pensado y construido por el socialismo contemporáneo en los últimos 50 años de desarrollo, es un modelo en que efectivamente a lo mejor las empresas no tienen una altísima productividad, pero los trabajadores tienen protección; a lo mejor el Estado no es muy pequeño, pero los ancianos no quedan a la intemperie; a lo mejor no es muy ágil, pero los jóvenes tienen posibilidades de educación de altísima calidad gratuita.

Yo no veo por qué nosotros tenemos que pensar sólo en los parámetros de productividad y eficiencia, las sociedades no son distintas a la familia y hay valores, hay propuestas que son más relevantes que la simple productividad, valores como el bienestar, la seguridad, la solidaridad, la vida mejor. En eso estamos nosotros y en ese sentido somos mucho más modernos. Ser moderno no es tener Internet solamente, ser moderno es ser más igualitario; ser moderno no es tener celulares solamente, ser moderno es que nadie sea discriminado por razón de su sexo, de su origen social, etc.

El Partido Socialista se ha declarado defensor irrestricto de los Derechos Humanos. Mi impresión, sin embargo, es que los entiende sólo referidos al pasado.

- Creo que el tema de los derechos humanos es un tema de una inmensa centralidad en la política socialista, en la visión socialista y muy particularmente en el Partido. En este punto, sin embargo, creo importante para nosotros mismos, hacer una precisión. Los derechos humanos no son un tema que se refiera exclusivamente al pasado. Orientar el tema de los derechos humanos sólo hacia los temas ocurridos en el pasado, desnaturaliza la concepción que hay detrás de ellos, la debilita y al final le quita potencia como un elemento constructor de la sociedad nueva.

En este sentido creo que el Partido debería reponer el tema de los derechos humanos como forma de hacer la sociedad chilena más democrática y más respetuosa de los derechos ciudadanos, de las libertades públicas, de los derechos de las personas y tener opinión, sobre todo, acerca de aquellos temas que se refieren a los derechos humanos de aquí para adelante.

Por ejemplo nosotros hemos dicho nada o muy poco con relación a la reforma de la justicia, sobre el tema de la reforma y la educación de las policías, sobre el tema de reforma y del cambio en el organismo y los espacios públicos y de la libertad de las personas, que son temas vitales que hacen a lo sustantivo de los derechos humanos, eso es que cada individuo, que cada persona, que cada ciudadano sea respetado en su integridad como individuo, que tenga los espacios más amplios y plenos de desarrollo, ejercicio y afirmación de esa libertad y esa dignidad individual y esto no se refiere sólo a temas que tienen que ver con la represión e integridad física, sino a temas que tienen que ver con el derecho al trabajo, a la educación y el derecho a opciones personales, sexuales singulares. Vale decir, hacer del tema de los derechos humanos un tema central del futuro más que del pretérito.

Sólo un ejemplo, el tema del divorcio, da vergüenza que no sea el Partido Socialista el que tenga un gran protagonismo y sean sectores cercanos a la iglesia los que al final terminan promoviéndolo y que en nuestro Partido hasta haya parlamentarios que se oponen.

Como fundador y primer Director de nuestro Centro cómo evalúas, con la perspectiva del tiempo, los debates que dimos en torno a temas, en su momento tan polémicos, como la unidad del Partido, la inscripción en los registros electorales, la integración a la Concertación y la participación en el gobierno.

- El Centro Avance desde su fundación en 1987 hasta el día de hoy ha contribuido poderosamente a abrir debates sobre los más diversos temas y no sólo al interior del Partido Socialista.

Dentro del Partido fue una opinión muy plural, muy amplia, pero a la vez muy comprometida con una propuesta de cambio, de integración a los fenómenos políticos que se estaban dando en Chile a fines de los 80. De diálogo y convencimiento con sectores del Partido Socialista en virtud de comprometerse y hacerse protagonistas principales de la transición a la democracia tal y como estaba siendo diseñada por los acontecimientos y por las propias fuerzas mayoritarias, sin ninguna forma de voluntarismo ni de alejamiento de la realidad ni alejamiento de la gente. Era lo que la gente quería, pedía y buscaba.

Fue también una opción de cambio dentro del propio Partido Socialista en vistas y en la perspectiva de su unidad. Dimos cabida a los sectores más diversos del Partido y debatimos muy severamente con los que creían que no había que luchar por la unidad y más bien había que quedarse fuera del camino y el carro de la transición.

Otra pelea que dimos fue la inscripción en los registros electorales – que creo es uno de los temas políticos, intelectuales más interesantes – la participación en el plebiscito y luego en el proceso de transición. No hay que olvidarse que en el Partido, que en esos años dirigía nuestro compañero y maestro tan recordado, don Cloro, había un contingente importante de compañeros que se oponía a la unidad socialista, que estaba por no inscribirse en los registros electorales, por no participar en el plebiscito, por no integrarse a la Concertación, y luego del triunfo de don Patricio Aylwin, estaba por no participar en el gobierno, cosas que hoy día son sentidos comunes generales del Partido.

Si se revisan las publicaciones del Centro AVANCE los artículos de muchos compañeros y de mí mismo, eran justamente procurando lo que en ese momento era una política real de masas, era estar donde estaba el estado de ánimo y las posibilidades de cambio, era estar junto a la gente. El día del plebiscito cuando antes de las 11 de la mañana habían votado más de 5 millones de chilenos, estaba claro que eso era una inmensa movilización de masas, la más grande vista desde el fin de la democracia en 1973, y que justamente ahí y en ninguna otra parte era el lugar del Partido Socialista. Cuando dimos ese paso abandonamos la opción del aislacionismo ideológico.