Sección: Sociedad Civil: Transformaciones socio-culturales

Dèjá-vu político: tres dilemas del progresismo

Francisco Olea L.

www.centroavance.cl
Mayo 2005

El progresismo ha sido definido como la confianza en sí mismo. El significado está construido a partir de dos creencias básicas e íntimamente ligadas: una señala que, “el tiempo está de nuestra parte” y la otra, “somos nosotros quienes hacemos que las cosas sucedan”, ambas expresiones viven y desaparecen juntas. Luego del nuevo ciclo electoral que se abre en nuestra sociedad, el progresismo enfrenta algunos dilemas propios de estos tiempos. A continuación algunas ideas para el debate:

Dilema uno: del cluster político al casino político

La esfera política evidencia una suerte de des-modernización de su vida, de su sentido, los partidos políticos hace bastante tiempo no son lo que pensamos y en el caso más religioso lo que “creímos”. Hay una des-institucionalización efectiva, y su rostro más evidente es que las instituciones partidarias no funcionan como tal, es decir, expresión de una imagen objetivo común, un proyecto político en el sentido clásico del término.

Complementariamente, la des-socialización de intereses colectivos como rasgo peculiar de las instituciones partidarias es evidente: cierto individualismo extremo, proyectos personales a todo evento, intereses corporativos, así entonces, los agentes políticos pierdan la certeza en relación a sus roles y dominios.

Por otra parte, la transformación de la morfología social de una sociedad modernizada como la chilena, ocasionan entre otros aspectos, que la realidad se vuelva volátil, fragmentaria la política, y su consecuencia más erosionante para los asuntos públicos, una rápida fluctuación del foco de interés ciudadano hacia otros campos menos ventajosos para el progresismo.

En términos muy, pero muy gruesos, podemos señalar que hemos transitado de un conglomerado de conocimientos programáticos, atributos en recursos humanos y opciones electorales, algo así como un “CLUSTER POLÍTICO”, actores unidos y en franca competencia por intereses y visiones compartidas a una suerte de “CASINO POLÍTICO”. Aquí cada actor, hace una apuesta cerrada, e íntimamente ligada a sus expectativas e intereses.

El capricho histórico es que ambos formatos,”CLUSTER” y “CASINO”, expresan la fuerza de una argumentación racionalmente motivada. Por ende legítima.

Dilema dos: el viejo topo y su marcha ciudadana

Luego de las encuestas y estudios de percepción ciudadana entregados al amplio mercado electoral y la opinión pública, se ha generado un desvelo natural de los comandos electorales. En el caso particular del progresismo, las preocupaciones y análisis críticos son necesarios, los escenarios futuros evaluables, pero también algunas contribuciones al debate son en realidad lo que en psiquiatría se llama “tangencial responses”: respuestas a preguntas que no se han planteado. Uno de estos temas es el brusco trazo separador entre “MILITANCIA” y “CIUDADANÍA”.

Es bueno señalar que no se pretende establecer paralelos falsos en este breve paper, sino recordar solamente que no es la primera vez que se dice adiós a la estrechez y esquematismo de tales disposiciones, y tampoco se piensa que el remedio esta al alcance de todos.

En el campo cultural e intelectual cunde la sospecha de que el agotamiento de las energías no supone una pasajera situación espiritual de pesimismo político, sino que tiene un alcance más profundo, y no necesariamente relacionado con esta lógica binaria. Ciertamente una mirada antropológica señala que, toda sociedad moderna siempre reclama “OSAR MÁS CIUDADANÍA”. Estos es, no una restricción directa a la democracia, ni a los intentos de liberarla del aparato burocrático, ni de las tensiones legitimadoras más pesadas, sino más bien levantar un “DIQUE CULTURAL” a los intentos de limitar el ámbito de los asuntos públicos e intereses ciudadanos.

Lo anterior significa, reconocer y recrear el valor simbólico de determinados logros de la democracia, de la verdadera emancipación de la cultura y la sociedad moderna que el progresismo ha impulsado y reivindicado. Estos aspectos – entre otros – permitirán detener el socavamiento cultural y electoral empíricamente demostrado que puede enfrentar el progresismo, obviamente con el SIGNIFICADO y CRITERIO NECESARIO que se aplique en estos complejos y calurosos días.

Dilema tres: la modernización de los operadores

Existe evidencia suficiente para señalar que existe un cambio drástico en las formas en que se relacionan los actores políticos al interior de sus instituciones, y con la propia ciudadanía. El proceso de modernización y globalización, los cambios y oportunidades de desarrollo que la sociedad ha expandido, abierto y multiplicado, también alcanzan a los denominados “OPERADORES POLÍTICOS”. Estos dispositivos políticos, circulan, construyen y alimentan el mercado electoral, y muchas veces son nexos con los segmentos y universos de mercados existentes.

También es saludable precisar que, no se trata tampoco de un ritual de auto inculpación y de arrepentimiento, sino plantear las preguntas en un nuevo paisaje electoral. Curiosamente, la emergencia de estos mecanismos y recursos de auto-identidad política es un horizonte compartido por todos.

Estas verdaderas bisagras políticas son parte de un modelo cultural y político binominal, y el margen y estrechez de las elecciones hacen de estos nuevos mercaderes de votos, piezas no menores para los resultados previstos y metas a alcanzar. Esta trama socio cultural es el retrato de una nueva segmentación de los outs y los ins del progresismo. Cualquiera sea la repuesta a esta realidad, hay UN PROBLEMA PRÁCTICO. Todo proyecto que quiera desplazar las orientaciones en favor de una u otra opción tiene que moverse en este campo, y no es menor el abismo que debe enfrentar.

Estos aspectos y conceptos – muchas veces no analizados – no expresan transformaciones ocultas y difíciles de señalar, es más, denotan conmociones internas y mutaciones políticas que impactan a los nudos de la experiencia social. El propósito entonces es, analizar la naturaleza de esta interconexión, no en forma ”ingenua” o “irreflexiva”, ni tampoco generar un cortocircuito entre derribar viejos altares y de erigir otros, sino más bien, entender que toda practica social, toda forma vital, todo juego lingüístico esta inserto en una pauta racional inconmensurable. Vaya dilema.

Después del cambio

Visto en retrospectiva, el espíritu de la época y los cambios culturales de nuestra sociedad también adquiere nítidos estilos de una nueva y vieja arquitectura política, hoy muy tensionada, y con dinámicas más frágiles cuanto más cerca de las elecciones estamos.

En este escenario, el libreto neo-conservador sigue preso de un concepto de política convencional y premoderna, además ignoran y empequeñecen los fundamentos culturales de una comunidad democrática desarrollada. La nueva cultura política que nace, reconoce y otorga a las ciudadanas y ciudadanos la sensibilidad, la capacidad de raciocinio y la disposición a aceptar riegos necesarios en democracia, y que son imprescindibles en situación de profundos cambios culturales y subjetivos. La sociedad chilena no escapa a este panorama.

Finalmente, el inseguro suelo de una argumentación, nunca esta libre de revisiones cuanto más complejo sean los sistemas sociales. El próximo día domingo 11 de diciembre – fecha cargada de símbolos – espero no limitarnos a encogernos de hombros con la sensación de encontrarnos en una suerte de DÈJÁ –VU POLÍTICO.

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA
Habermas, Jürgen: “Ensayos Políticos”