Sección: Internacional: Reordenamientos y transiciones globales

España votó sí a Europa, pero...

César Yáñez

www.centroavance.cl
Marzo 2005

Más Europa para España

Nada debe extrañar a quienes conocen la sensibilidad pro-europea de los españoles, que en el Referéndum del pasado 22 de febrero el voto Sí al Tratado Constitucional Europeo alcanzara el 76,7 por ciento de los sufragios emitidos. España tiene muchas razones para apoyar las iniciativas que signifiquen más Europa. Después de 40 años de dictadura franquista que mantuvo a España aislada de su entorno institucional, la recuperación de la democracia fue entendida como una aproximación a los valores de convivencia democrática que representaba el modelo de la Europa de la posguerra; asimismo, Europa ha representado para los españoles la instalación de los valores de la solidaridad representada por la instauración de un modelo social que ha puesto a la economía al servicio del bienestar de las personas. Nada más señalar como signo de modernización de la sociedad española, que desde la década de 1970 la desigualdad en el ingreso se ha reducido a la mitad, que el acceso a la salud y la educación está asegurada para todos los ciudadanos y que está en marcha la reforma que permitirá este año la implantación de la “cuarta pata” del Estado del Bienestar, representada por la protección a los adultos mayores y los discapacitados. Por otra parte, los Fondos de Cohesión europeos (los recursos que Europa cede a España en función de la brecha de renta entre las regiones ricas y pobres), ha permitido transitar hacia una convergencia social con el resto de Europa en los últimos veinte años.

Este europeismo bien fundado en razones históricas, tiene también explicaciones más coyunturales. Después de la aproximación del gobierno de José María Aznar al bloque liderado por Estados Unidos en la guerra de Irak y su consecuente alejamiento de las tradicionales alianzas europeas, el nuevo gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero ha querido dejar constancia de su europeismo siendo el primero en aprobar en referéndum un Tratado Constitucional al que Aznar había puesto todo tipo de cortapisas, aunque su partido (el Partido Popular) haya terminado dándole un tímido apoyo, algo así como un sí “con la boca chueca”. Para el ejecutivo socialista español, sacar adelante la Constitución europea era también una manera de cumplir con las promesas electorales que había permitido el cambio de inquilino en el Palacio de la Moncloa.

El voto Sí que venció en el Referéndum Constitucional Europeo es un voto por más Europa, como defensa del modelo social europeo y por más convergencia social de España con la Europa rica.

Las claves de voto No

A pesar de todos los motivos para votar Sí, el rechazo al Tratado Constitucional fue mayor de lo esperado, alzándose sobre el 17,2 por ciento, el cual se eleva hasta el 33,6 por ciento en el País Vasco (en la provincia de Guipúzcoa el No superó el 40 por ciento), hasta el 29 por ciento en Navarra y el 28 por ciento en Cataluña. ¿Quiere decir esto que allí donde hay opciones políticas nacionalistas diferentes a la española el europeismo es menos fuerte? Afirmar esto sería un error.

Probablemente en el País Vasco, Navarra y Cataluña la identificación con Europa sea mayor que en el resto de España, tanto por su proximidad geográfica e influencias culturales, como por el hecho de que fueron éstas regiones las más afectadas por la represión franquista y el aislamiento que el régimen de Franco impuso a España.

La clave para entender el voto No está más en la política interna española que en la política propiamente europea. Los partidos políticos del espectro nacionalista radical, los que reclaman abiertamente la independencia de España, rechazaban la falta de reconocimiento nacional que Europa presta a las naciones sin estado. Los independentistas dijeron No a un Tratado Constitucional que tiene como únicos interlocutores a los actuales estados europeos y cierra la puerta al reconocimiento de nuevas entidades políticas segregadas de los actuales estados; y en un mismo acto mandaban una señal al gobierno español en el sentido de reclamar más cuotas de autogobierno para sus nacionalidades históricas. En un momento en que se está discutiendo hasta dónde debe llevarse la reforma de la Constitución española y de los Estatutos de Autonomía.

La Independencia tiene un mal encaje la nueva Constitución Europea, lo que sirvió para movilizar al electorado radical en una coyuntura que se adivina decisiva. La consigna de un “No constructivo” recogió más adeptos de los que hubiera reunido en otra coyuntura política, sin reforma constitucional y estatutaria ad portas.

Con estos antecedentes ¿cómo se explica que en Madrid casi el 20 por ciento de los votos fueran negativos? Más aún cuando en Madrid no existen las tensiones nacionalistas de Euzkadi y de Cataluña. Nuevamente la clave de política interna nos da la explicación. Fueron los barrios más afines a votar por el PP los que se pronunciaron a favor del No. En este caso se trataba de un voto de castigo contra el gobierno socialista de Rodríguez Zapatero lo que inspiró a una parte de los madrileños a rechazar el Tratado Constitucional. Los militantes derechistas madrileños todavía no aceptan la derrota electoral de marzo de 2004 y aunque el Partido Popular apoyaba el Sí en el referéndum constitucional, para muchos de ellos era más importante dar un puntapié a los socialistas aprovechando el “culo” de Europa, que avanzar juntos tras los principales objetivos que involucran a toda la sociedad española.

La abstención: un problema serio

En cualquier caso los votos negativos no ponen en peligro el objetivo del gobierno de Rodríguez Zapatero, que quiere tener el liderazgo constitucional en Europa. El verdadero riesgo viene dado por una altísima abstención, por sobre el 57 por ciento de las personas con derecho a voto.

Es cierto que en un referéndum en el que no se enfrentan los partidos mayoritarios, ni se deducen consecuencias inmediatas, los electores no se sienten fuertemente motivados a participar. Sin embargo, no se puede dejar pasar de largo el hecho que la Constitución fuera respaldada solo por un tercio de la ciudadanía (sólo 10,8 millones de votos, casi los mismos que llevaron a Rodríguez Zapatero al gobierno).

El dato no es aislado. En las pasadas elecciones al Parlamento Europeo (junio de 2004) la abstención también fue la opción más elegida por los votantes españoles. A pesar de todas las ventajas que Europa ha traído a España, la complicada trama política e institucional europea todavía es ajena a los españoles, que la ven demasiado burocrática y lejana a sus intereses inmediatos. Europa no es aún la patria de todos los europeos, de allí la tarea pendiente y la preocupación que se desprende de los resultados del referéndum. Europa, con sus instituciones políticas representadas por el Parlamento y la Comisión (el ejecutivo europeo), no ha llegado a ser considerada como un espacio de acción política próxima a los ciudadanos y el referéndum constitucional fue una oportunidad perdida para promover el compromiso de los europeistas españoles con el futuro de la Unión. Los grandes partidos españoles (PSOE y PP) se equivocaron al tratar de motivar a la participación electoral con alusión a la política interna, en eso ganaron los partidos pequeños que tuvieron más habilidad para movilizar a los electores detrás del voto No, dejando una brecha abierta para que una parte de los votantes derechistas aprovecharan de castigar al gobierno socialista.