Sección: Gobierno Bachelet: Gestación y desarrollo

Michelle Bachelet, el enigma de la sonrisa

Carlos Peña González

www.centroavance.cl
Julio 2005

¿Hay algo que justifique que dos periodistas indaguen, con santa paciencia, durante casi un año, una y otra vez, en la vida de una persona como Michelle Bachelet, entrevisten parientes y amigos, despierten el recuerdo de unos y de otros, abran los armarios, sacudan viejos fantasmas, y luego publiquen el resultado de sus indagaciones bajo la forma de un libro, el mismo que estamos ahora presentando?

Por supuesto, si Michelle Bachelet no fuera Michelle Bachelet y fuera, en cambio, cualquier hija de vecino como usted o como yo, este libro carecería de todo fundamento y sería un simple ejercicio de voyeurismo, una acción de entrometidos, de husmeadores o fisgones, que no tendría ninguna justificación. Pero ocurre que Michelle Bachelet es una candidata presidencial en la que millones de personas, si hemos de creerles a las encuestas, confían, y en la que han puesto sus esperanzas hasta el extremo de estar dispuestas a entregarle por cuatro años el manejo del estado y de la comunidad política en medio de la que vivimos. Y entonces el libro que ahora presentamos en vez de ser una intromisión, constituye simplemente una parte del escrutinio que la prensa y los periodistas, y a través de ellos el conjunto de los ciudadanos, tienen derecho de hacer respecto de quienes se disputan su confianza.

Por eso, en vez de emitir quejas o dudas o manifestar molestias enfrente de un libro como este – un libro que, a fin de cuentas, ayuda a los ciudadanos a discernir mejor – es hora de principiar a agradecer su aparición y desear que otros autores dirijan ahora su trabajo hacia el resto de los candidatos en competencia para que los ciudadanos sepamos qué hay, en verdad, detrás de tanta locuacidad de tanta imaginación y de tanta sonrisa.

Porque hoy día, más quizá que en ninguna otra época histórica, la personalidad de quienes disputan el poder constituye un muy importante activo de la política.

Como ustedes saben, desde que la política de masas irrumpió en escena – un fenómeno que en casi todos los países coincidió con las primeras décadas del siglo que recién pasó – la personalidad de quienes aspiran al poder posee mucha importancia y por eso ya a comienzos de ese siglo Max Weber, en un escrito hoy día algo olvidado, habló de democracia plebiscitaria del líder para referirse a eso que hoy día denominamos elecciones presidenciales y democracias parlamentarias. Desde ese entonces la personalidad de quienes ejercen o aspiran al poder ha ejercido siempre un inevitable magnetismo sobre las audiencias y sobre el público que explica porqué a los candidatos siempre se les ha intentado tocar, se les ha pedido que besen o bendigan niños, se ha salido a las calles para verlos pasar desde lejos y se han atesorado fotos y otros recuerdos junto a ellos como si fueran fetiches.

Pero en nuestros días hay un fenómeno que resulta hasta cierto punto inédito y que no se había configurado nunca antes.

Mientras en la más clásica política de masas el secreto del éxito parecía consistir en cultivar, mediante escenografías y rituales, la distancia y el secreto para permitir así la ilusión que el liderazgo posee algo levemente sobrehumano, hoy día la política parece reclamar de parte de quienes aspiran al poder una relación límpida con sus electores, como si los electores en vez de oír discursos quisieran conversar o trabar una relación cercana, íntima y emocionalmente comprometida con sus candidatos. Eso es, como ustedes sin duda recuerdan, lo que se ha llamado intimidad a distancia: esa experiencia emocional de las personas consistente en apropiarse, a través de los medios, de la personalidad de otro, comprender así sus gestos y ver reflejados en ella nuestros propios temores.

En un mundo así – en un mundo donde las audiencias y los electores buscan tener experiencias emocionales e íntimas con quienes aspiran al poder y quieren representar sus intereses – un libro como este resulta, en mi opinión, imprescindible, porque nos permite asomarnos a la personalidad y a la historia de Michelle Bachelet para intentar comprender de dónde saca ella ese encanto con que parece hechizar a las audiencias y seducir, si hemos de creerle a las encuestas, al electorado.

Este no es, por supuesto, un libro sobre la vida privada de Michelle Bachelet y quien desee encontrar en él un relato de su vida íntima, incidentes picantes o anécdotas sabrosas de esas que llenan las páginas de la prensa masiva o de las revistas del corazón, saldrá con las manos vacías. Tampoco es este un libro de entrevistas en el que Michelle Bachelet se retrate a sí misma con la complacencia de los autores, como, en cambio, lo fue algún libro, que leí hace ya tiempo, sobre el Presidente Lagos. Nada de eso. Este ni es un libro para voyeuristas, ni un texto que sólo puedan leer los partidarios o los incondicionales. En vez de ambas cosas este es un libro de historia y de política, un libro que sabe que, a veces, lo personal es político y que en los avatares de la vida individual reverberan inevitablemente los ecos de la historia colectiva.

Algo que, por supuesto, sabe Michelle Bachelet mejor que nadie, puesto que cada una de las cosas que han acontecido en el país durante, digamos, los últimos treinta años, se han expresado en algún acontecimiento de su vida personal, hasta el extremo que sin ninguna exageración podríamos decir que la historia política de Chile parece haberse empeñado en dejar en ella una huella explícita o una seña, como si, por esa vía, quisiera ayudar a la porfía de la memoria. La ilusión, tan frecuente hoy día, consistente en que la vida personal de cada uno va por un lado, y la vida colectiva, la vida de los demás, por el otro, de manera que cada uno, cuando lo decida, puede hacer oídos sordos a la historia y ponerse de espaldas a la colectividad en la que vive, resulta quebrada y desmentida por la vida de Michelle Bachelet que muestra, mejor que ninguna otra, que la historia de la comunidad a la que pertenecemos, nos guste o no, y aunque hagamos esfuerzos para aventarla, nos acompaña con la porfía de una sombra.

Michelle Bachelet ha sido, me parece a mí, fiel a ese destino, hasta cierto punto trágico, consistente en que la vida personal es a veces un eco de la vida de todos los demás.

La muerte de su padre; la lealtad insobornable de su madre; el abandono del grupo social que hasta entonces la había abrigado; el dolor de la traición de alguno de los que fueron sus compañeros; el exilio; las ilusiones de toda índole a veces satisfechas sólo a medias; la vida puesta al margen y la posterior reconciliación, son algunos de los momentos de la historia personal de Michelle Bachelet que, me parece a mí, explican por qué tantos chilenos creen a veces verse reflejados o retratados en ella.

Cada uno de esos momentos son tratados en este libro de Andrea Insunza y Javier Ortega, con toda la objetividad y la distancia de que un periodista comprometido con su oficio es capaz. Por supuesto, el libro, a pesar de los esfuerzos de quienes lo escribieron, no puede eludir eso que se llama punto de vista y por eso a veces el lector se impacienta un tanto por el hecho que los autores dejan algunas historias un poco a medias y se quedan, por decirlo así, en el umbral. Pero quizá ello se deba a que los autores se esfuerzan por abstenerse de emitir juicios y en cambio se aferran simplemente a la narración de hechos obtenida de diversas fuentes, queriendo mantener así la prescindencia y la imparcialidad hasta el extremo casi de la exageración. Sin embargo los hechos, lo sabemos, no hablan nunca por sí mismos y este libro no puede escapar a esa condición casi epistemológica de cualquier relato y es probable, entonces, que los mismos hechos que este libro recoge narrados en otra forma, mediante otro hilo argumental, presentarían las cosas de manera diversa. Todo eso es cierto y prueba, simplemente, que todo libro, incluido este, es un libro de autor, que no hay escritura inocente y que después de todo lo malo no es tener prejuicios, sino no estar advertido de que se tienen.

No recuerdo que exista otro libro en Chile en el que se intente retratar a un político siguiendo la línea de la historia colectiva, como lo hace este libro. En general este tipo de obras ceden a la tentación fácil de husmear en la privacidad a pretexto de construir un retrato vívido que los electores puedan ojear y luego comentar. Nada de eso hay, sin embargo, en este libro que, guardando las distancias entre una obra historiográfica y otra periodística, sigue más bien un modelo narrativo como el de Preston que enseña que hay que hablar de la intimidad de una persona hasta ese momento en que ello deje de ser interesante para comprender la vida pública. A ese modelo hasta cierto punto contenido y sobrio, que exige no inmiscuirse en la vida íntima del personaje más allá de la cuenta, es decir, más allá de lo que exige el propósito público de la investigación, sin por eso perder el interés narrativo y el inevitable aliño de las revelaciones, han sido fieles Insunza y Ortega y ahí radica, me parece a mí, una de las varias virtudes del texto que hoy día presentamos.

Al cerrar las páginas de este libro entretenido, cuyas escenas secuestran nuestra atención desde el inicio, no pude dejar de pensar en la sonrisa de los candidatos presidenciales y en el derecho que tienen los ciudadanos a hurgar para saber qué hay detrás de ella. ¿Qué hay tras la sonrisa naif y escolar de Joaquín Lavín? ¿Qué se esconde en la sonrisa, a veces demasiado ancha para ser cierta, de Piñera? No lo sabemos del todo. Gracias a este libro sabemos, sin embargo, cuánta historia y cuánta tristeza hay detrás de esa sonrisa levemente contenida, que a veces parece arrepentirse de sí misma, de Michelle Bachelet.