Sección: Sociedad Civil: Transformaciones socio-culturales

U. P y Fuerzas Armadas (Cuando hicimos historia II)

J.D.G.

www.centroavance.cl
Septiembre 2005

“La Unidad Popular y las Fuerzas Armadas” de la historiadora Verónica Valdivia Ortiz de Zárate es uno de los trabajos más novedosos del libro que comentábamos la semana pasada. Da cuenta de una larga preocupación de la autora sobre el tema de las relaciones cívico-militares en el siglo XX chileno y en particular de los perfiles políticos de las FF.AA.

Son pocos los autores que han publicado sobre este período; para variar, algunos de los mejores trabajos son producto de investigadores extranjeros, como el especialista norteamericano Frederick Nunn. Junto a Valdivia son escasos los historiadores nacionales que han abordado el tema, como Andrea Ruiz-Esquide y Cristian Garay (desde perspectivas distintas).

El artículo de Valdivia efectúa una descripción de los vínculos políticos militares concretados entre septiembre de 1970 y septiembre de 1973, en especial explica cuál fue, la “política militar de la Unidad Popular”. La conspiración que derivó en el derrocamiento del gobierno de Allende no es el objetivo de su trabajo.

La hipótesis que informa su enfoque es que la Unidad Popular sí tuvo una política militar, “la cual se ajustaba a la etapa que en el tránsito al socialismo ocuparía el gobierno de esa coalición marxista entre 1970 y 1976”. La historiadora discrepa de aquellas interpretaciones que sostienen que la U. P. estaba destinada al fracaso desde un comienzo, debido al perfil ideológico de las FF.AA., contrarias furibundas a una coalición de gobierno hegemonizada por partidos políticos marxistas.

Valdivia también rechaza los enfoques que enfatizan la “ingenuidad” de la U. P., respecto al denominado “constitucionalismo militar”, ya que este enfoque desconocería, señala la autora, las tendencias nacionalistas (de naturaleza tercermundista y anti-imperialista) que existían en las FF.AA., de la época. Lo anterior daba algún grado de viabilidad al proceso de cambios revolucionarios que se iniciaban con el gobierno de Allende.

Destaca que el gobierno de Allende fue el primero, desde 1932, que intentó acercar a los militares a la vida nacional, intentando articular, por primera vez en el siglo, una nueva función social castrense. Política que tenía dos ejes principales: “la mantención de la subordinación militar al mando civil” (de acuerdo a su carácter constitucionalista) y en segundo término, la “incorporación de las FF.AA., a las tareas del desarrollo nacional” y al proceso de cambio global que vivía el país, sin romper el marco de subordinación.

Esta estrategia suponía la transformación a mediano y más largo plazo de las FF.AA., comprometidas con el proceso chileno y la no creación de una milicia paralela, destinada a reemplazar al ejército profesional existente. Estrategia que requería el “control del aparato estatal”, para integrar gradualmente posteriormente a los militares a un Estado que se estaba reestructurando.

En el primer apartado del artículo, Valdivia describe el contexto histórico ideológico, nacional e internacional, que determinó la gestión del gobierno de la U. P., en el plano de la defensa nacional y más específicamente militar. Marco dominado por la Guerra Fría y la Doctrina de la Seguridad Nacional y el “enemigo interno”. Sucintamente pasa revista a los sucesos ocurridos en el sector durante la administración del Presidente Frei Montalva (descontento militar, “Tacnazo”, “Doctrina Schneider”), y las características del Programa de la U. P., en el ámbito de la defensa.

En el segundo, la autora efectúa un fértil recuento de las políticas del gobierno de Allende en el sector de la defensa y su influencia en las FF.AA.; en gran parte diseñado de acuerdo a las funciones “latentes”, el aporte social y su contribución al desarrollo. Se planteó la incorporación de las FF.AA., a las áreas estratégicas de la economía, la investigación y los servicios. También jugaron un rol las labores del Cuerpo Militar del Trabajo y el Servicio Militar. De este modo, y como señala la autora la vía chilena al socialismo intentaba hacer carne la frase de la canción, “todos juntos seremos la historia”.

En su tercer y último apartado, la historiadora se refiere al ocaso del proyecto histórico, a la participación de las FF.AA., en el proceso, a su politización y al desarrollo de la sedición.

Valdivia subraya que el éxito del proyecto de la U. P. dependía en gran medida de poder incorporar a las FF.AA. al proceso de desarrollo, pero manteniendo su carácter no deliberante y obediente al poder civil. Sostiene, acertadamente a nuestro parecer, que lo ocurrido desde el Paro de octubre de 1972, fue el cese de estas condiciones. Allende ya no pudo contar con gran parte del aparato el Estado, perdiendo capacidad de maniobra y debió recurrir a las FF.AA., ya no como colaboradoras, sino como el único recurso para evitar el triunfo de la estrategia golpista de la oposición.

Lo anterior se vio favorecido, en el primer gabinete militar de noviembre de 1972 y más aún en el de agosto de 1973, porque las fuerzas armadas entraron de lleno a las áreas centrales del conflicto político del momento: el problema de desabastecimiento y la aplicación de la ley de control de armas. De este modo, hubo uniformados que estuvieron en un espacio del conflicto, por ejemplo el Comandante en Jefe del Ejército, el general Carlos Prats o el general de la FACh, Alberto Bachelet, contrarios al golpe de estado, y otros que se sumaron al golpismo. De este modo, la conspiración militar que antes de septiembre de 1972 era minoritaria, con posterioridad la creciente politización del personal de las instituciones armadas llevará a sectores importantes de la oficialidad a percibir a las autoridades políticas como ilegítimas y de un actuar ilegal.

En esta reseña creemos haber transmitido que el trabajo de la historiadora Verónica Valdivia es una investigación meritoria, que aporta en forma importante, no sólo al debate académico. Pone en cuestión a las interpretaciones deterministas (presas del esquematismo y la ignorancia) y avanza substancialmente en la descripción de la “política militar” de la U. P.

Finalmente, queremos realizar algunas observaciones.

La primera, es llamar la atención por una ausencia entre las fuentes citadas por la autora: la tesis doctoral de Roy Hansen (Military Culture and Organizational Decline: A study of de Chilen Army) de 1967, texto que ilustra sobre el perfil de la oficialidad del Ejercito de fines de los años 60; trabajo que tiende a confirmar la hipótesis de la investigadora respecto al perfil político-ideológico de los militares de esos años.

Otro aspecto, más de fondo, es la falta de referencia al rol desempeñado por la “política militar” de los propios partidos de la Unidad Popular (apreciación que debe hacerse extensiva, al menos a este respecto, a las acciones del MIR), en las relaciones Gobierno-Fuerzas Armadas. Aunque hoy visible, debido a la persistente denuncia efectuada durante el régimen militar, su verdadero efecto y significación al interior de las filas, en particular en la oficialidad, no está adecuadamente documentada.

Creemos que una de las debilidades de la política de la U. P. respecto a las FF.AA., fue la falta de coherencia: ya que por una parte se desarrollaba una política militar por parte del Gobierno del Presidente Allende (política que de por sí tenía limitaciones) y por otra, los partidos desplegaban iniciativas que entregaban argumentos a los adversarios del gobierno popular, en este caso, a los que se encontraban al interior de los cuarteles.